Los investigadores del Centro de Multiplicación de Biocontroladores (Cemubio) del INTA, desarrollaron un sistema con avispas del tamaño de una hormiga que aseguran que no pica a los seres humanos y se alimenta y parasita en larvas de distintas especies de polillas, como las de la carpocapsa y las de la grafolita, “que se hace presente en los nogales”, dijo la ingeniera integrante del equipo de investigadores, Silvina Garrido.
Indicaron desde el organismo que el control biológico de plagas estaba pensado sólo para ambientes protegidos como los invernáculos, demostrando que se puede trabajar en la fruticultura a cielo abierto con especies nativas.
Asimismo, la investigadora explicó que “para el control de plagas siempre se utilizaban especies exóticas de otros países, eso a veces anduvo muy bien y otras trajo aparejado problemas desde el punto del equilibrio ecológico de los agro ecosistemas locales, pero con un controlador nativo ese desequilibrio no existe”.
Los resultados del trabajo fueron visibilizados y reconocidos en la convocatoria 2019 de la Red Innovagro y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, (IICA), “se visibilizan ahora pero son de largo tiempo”, dijo Garrido y remarcó que el equipo viene trabajando desde el 2004.
En ese sentido, dijo que se encuentran contentos porque se entendió el trabajo y la importancia que tiene sobre el impacto socio ambiental.
“Hoy tenemos 100 hectáreas con este plan, que se viene desarrollando desde hace tres años en el Cemubio del INTA”, agregó la investigadora.
El ensayo
Durante los ensayos, se multiplicaron y liberaron 2000 avispas por hectárea cada 15 días, desde noviembre hasta marzo, “con ese método logramos cosechas con 0% de carpocapsa y se disminuyó en un 80% el uso de insecticidas“, aclaró Garrido.
Agregó que el proceso también requirió que se aplicara la técnica de confusión sexual del insecto y un monitoreo constante.
A partir de ahora “la idea es implementarla en los campos con alta densidad de polillas, para lo que se recomienda disminuir de antemano la plaga durante uno o dos años, para que luego se ingrese con ésta tecnología más amigable” sostuvo la investigadora.
Por último, indicaron que el proyecto se encuentra en la etapa de transferencia a un modelo de asociación público privado para que en el mediano plazo sea accesible al productor, a través de una empresa local que realice la multiplicación de la especie con la tecnología que desarrolla el INTA.