Si bien la Seguridad Alimentaria, como concepto aceptado por la Cumbre Mundial de la Alimentación tiene en cuenta cuatro aspectos muy importantes como la disponibilidad, el acceso y la utilización de los alimentos y la estabilidad de ellos; es posible realizar una aproximación parcial al tema y observar alguno por separado.
Los hábitos de consumo de una población, por ejemplo, son parte significativa de la Seguridad Alimentaria y conforman un enfoque desde la propia demanda de alimentos, además son un ámbito de estudio sumamente interesante para entender parte de esta temática tan amplia.
Además de observar el tipo de establecimientos donde se adquieren regularmente los productos alimenticios, diferenciando entre los diversos formatos comerciales disponibles, resulta importante establecer si existe el hábito de informarse sobre la fecha de vencimiento de los productos y su forma de conservación.
El primer punto, de acuerdo al último relevamiento efectuado en mayo de este año, tiene un porcentaje bastante elevado de cumplimiento, más del 80% de los consumidores registran ese dato. En cambio, hay menor interés en informarse sobre las instrucciones de conservación del producto, restando importancia a esta referencia.
Aquí lo grave del tema es que una conservación inadecuada del producto puede ser equivalente a la adquisición de un alimento vencido. Ignorar ese punto y conservarlos de manera inadecuada (de temperatura, o tiempo de utilización una vez abierto el envase, por ej.) puede conducir a la utilización de alimentos con deterioro que ponen en peligro la salud de quien los ingiere. En ambos casos se observa que se presta mayor atención en forma proporcional con el nivel educativo de los consumidores, lo que lleva a la necesidad de fomentar más desde los niveles iniciales los buenos hábitos de consumo.
Aunque existe una relación positiva entre el ingreso y el acceso a los alimentos, está relación no implica de manera automática cumplir con una alimentación segura. La alimentación de una persona sana debería componerse de cuatro ingestas básicas, a saber; desayuno, almuerzo, merienda y cena. Al observar los datos del relevamiento surge que sólo el 66% respeta este régimen de comidas.
Si bien al analizar los datos por nivel de ingreso se nota un menor porcentaje de individuos de ingresos bajos que cumplen con las cuatro ingestas (57%), este porcentaje solamente llega al 68% en los ingresos más altos.
Esto revela que ni siquiera aquellos de alto poder adquisitivo llevan una dieta acorde con las pautas alimentarias adecuadas.
Muchas veces las rutinas diarias impiden una ingesta correcta o se producen confusiones entre la reducción de calorías y la cantidad de ingestas necesarias.
Nuevamente, plantear una mayor y más accesible información sobre hábitos alimentarios resulta necesario. De todas formas, al momento de evaluar profundamente la información, desde el punto de vista de ingresos, lo que resulta relevante es saber si la reducción obedece a hábitos o a restricciones presupuestarias.
Sobre estos temas se continúa trabajando en Foro PAIS para completar un Índice Básico de Seguridad Alimentaria.
Lic. Susana E. Nuti – Coordinadora General de Foro PAIS