La cosecha de maíz en Argentina podría pasar de las 51 millones de toneladas que se obtuvieron en la campaña 2021/22 a un potencial de 78 millones de toneladas, sin necesidad de ampliar la superficie.
¿Cómo? Con una mejora en las estrategias de fertilización, que eleven los rindes por hectárea desde los que se están consiguiendo en el campo hasta cerca de sus techos.
La diferencia entre lo que los productores están obteniendo en sus lotes y aquello a lo que podrían llegar es lo que se denomina “brecha de rendimiento” y es un tema sobre el que la Asociación Civil Fertilizar insiste desde hace años: el potencial que tiene Argentina para elevar su producción de granos sin tanto esfuerzo, solo fertilizando más y mejor.
BRECHAS DE RENDIMIENTO EN MAÍZ
“Hay una diferencia entre lo que el productor está cosechando y lo que podría estar cosechando”, resumió en la sede porteña de Fertilizar, Nicolás Rouillet, Coordinador Técnico de la Asociación Civil.
En un escenario en que todos los factores ambientales y de decisiones agronómicas se dieran de manera ideal, los lotes argentinos tienen un potencial para rendir en promedio 14,4 toneladas por hectárea de maíz.
Ese valor es muy difícil de alcanzar, porque no solo depende de mejorar la toma de decisiones, sino también de factores inmanejables, como el clima fundamentalmente.
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Pero para Roouillet, sí es viable pensar en alcanzar el 80% de ese potencial; es decir, unas 11 toneladas por hectárea, y allí es que planteó que sobre una cosecha de 51 millones de toneladas, se podría lelgar a 78 millones.
EL DESAFÍO DE FERTILIZAR MEJOR
¿Dónde está la clave? Según entienden, la gran parte pasa por el manejo. “¿Y cuánto de ese manejo es por la fertilidad? Bueno, es variable. Es una proporción”, apuntó.
Desde Fertilizar relevan 10 sitios diferentes del país, desde hace siete temporadas. La mayoría están ubicados en la región pampeana y ahora se están expandiendo hacia el NEA y el NOA, con puntos en Tucumán.
Gracias a 24 ensayos generados durante esas siete campañas se buscaron tratamientos contrastantes, y hallaron 4 bien definidos: control de nutrientes, un “tratamiento actual” dirigido a conocer cuánto aportan los productores a su lote, una recomendación “media” para aumentar dosis de nitrógeno, fósforo y azufre. Y un último cuadro para los lotes de alto rendimiento.
“Estos últimos lotes se trata de sitios en los que ya vemos situaciones de reposición y aplicación de zinc”, definió Rouillet.
En este marco de contrastes, la brecha puede ampliarse hasta un 30% en el rendimiento medido.
“Vemos que también hay una diferencia entre lo que los productores nos marcan y lo que se puede estar obteniendo. A medida que pasa el tiempo eso se va maximizando, porque se va cosechando más que lo que se repone y va cayendo la calidad del sitio y del suelo, fertilidad. Los potenciales del suelo terminan siendo cada vez menores”, apuntó.
Esa situación implicaría que el productor pase a necesitar cada vez más nutrientes para poder alcanzar los rendimientos esperados.