¿Empieza a producirse un giro en la representación de los intereses del agronegocio en nuestro país?
La pregunta no es inocente y se formula pocas semanas después del incidente entre la SRA y el Gobierno en la inauguración de la muestra palermitana.
Hasta el presente, los temas denominados “gremiales” de la producción primaria e incluso algunos técnicos han estado en manos de Confederaciones Rurales Argentinas, Sociedad Rural Argentina, la Federación Agraria y Coninagro.
Representantes de estas organizaciones participan de los distintos ámbitos de interacción público privada en cuestiones de agro.
Pero en los últimos años han comenzado a surgir las denominadas asociaciones de cadena, que no se organizan en forma horizontal como las gremiales sino vertical, integrando los distintos eslabones.
Tanto la cadena del girasol, como la del maíz (y el sorgo), la de la soja y más recientemente la del trigo han conformado sus asociaciones.
Hasta el presente el status quo institucional se mantiene, al haberse acoplado estas organizaciones a las gremiales en la interfase público privada, compartiéndola en algunos casos u obteniendo sus propios espacios, en otros.
Desde el punto de vista estrictamente del segmento de la producción primaria, hoy si alguien quisiera interlocutores debería buscarlos como mínimo en:
a) Las cuatro (o cinco si se agrega el FAN) entidades madres.
b) Las entidades técnicas (Aapresid y Aacrea).
c) Las asociaciones de cadena.
El punto es si se ha alcanzado un equilibrio definitivo entre ellas o si por el contrario se trata de un cuadro inestable.
Hasta ahora, las asociaciones técnicas no han tenido ninguna definición a favor del ingreso franco al plano de lo gremial, más allá de algunas pasadas intervenciones puntuales de Aapresid en temas como dumping de glifosato, deudas por insumos o regalías, o la conformación de Darse Cuenta como un espacio de pensamiento estratégico.
Sin embargo, es posible que en el caso de las asociaciones de cadena pueda esperarse un avance hacia nuevas fronteras.
Por ejemplo, en la recientemente conformada Comisión Nacional de Plagas Resistentes, creada en el ámbito del Senasa, Maizar, Asagir y Acsoja obtuvieron un representante cada uno, mientras que las entidades gremiales deberán compartir uno solo, elegido de entre quienes conforman el Consejo de Administración del Senasa.
En tanto, dos señales más llegan desde el lado de Maizar, que el viernes 17 emitió un firme comunicado por la reapertura no sólo de los registros de exportación del maíz sino también del trigo, mientras que el martes 22 difundió otro titulado “Nuevas Instituciones para un Nuevo País”.
Puede ser sólo una interpretación, pero el texto es interesante para el análisis. Primero porque propone la necesidad de nuevas instituciones (¿son las entidades gremiales las viejas?) para a renglón seguido hablar de las asociaciones de cadena.
Segundo, porque en todo momento habla de empresas, aun para englobar a la producción primaria, es decir, evita la referencia al productor persona física. Tercero, porque hace foco en el negocio (“necesitamos hacer crecer su magnitud”, dicen) recuperando así un término que explica muy bien la naturaleza de la producción, procesamiento y distribución de los productos agrícolas.
Y cuarto, porque plantea el concepto de “competitividad institucional”, una cuestión básica para erigir una plataforma eficiente de los agronegocios. La pregunta es si esta aparente voluntad de cambios generará reacciones en la interfase público privada o si tendrá más peso la inercia del status quo reinante.
Javier Preciado Patiño | jpreciado@infocampo.com.ar