La soja más adelantada en su desarrollo, ahora, está ingresando a pleno período reproductivo. Será el turno de la floración, luego vendrá su fructicación y posterior llenado de granos.
En el grano radica un problema que preocupa a los grandes productores de la oleaginosa en el mundo, como Estados Unidos, Brasil, Argentina y China: se trata de la caída del contenido de proteína. De los mencionados, Argentina está en la peor condición.
De acuerdo a datos de la industria a los que Infocampo tuvo acceso, en el país el se viene perdiendo 0,12% de proteína por año desde el año 1992. Es decir, a este ritmo, cada cinco año se pierde más de medio punto de proteína (Ver la infografía interactiva).
Rodolfo Rossi, reconocido fitomejorador de soja, especialista en este tema, quien brindó una charla sobre esto en Mercosoja 2019 y estuvo en Brasil, a fin de año, para también abordar esta problemática, dialogó con Infocampo.
“La caída de proteína en el grano de soja es un tema mundial muy asociado al aumento de los
rendimientos y a que la calidad no se paga de forma diferencial”, explica el especialista, a lo que suma que el tema estuvo fue el centro de la escena durante su participación un congreso en Brasil.
Justamente, este país, según lo que sostuvo Rossi, es el que tiene mejores condiciones para poder tomar acciones directas y rápidas ya que el ambiente sojero así lo permite y también los productores potencian la calidad aplicando prácticas como la fertilización. Sin embargo, la correlación negativa del aumento de los rendimientos y el contenido de proteína les siguen jugando en contra al vecino país.
“En Argentina el problema se agudiza porque la mayoría de la soja se está produciendo en zonas templadas, que no se caracterizan por conseguir altos niveles de proteínas. Además, los cultivares tienen altos rendimientos, hay más monocultivo y la fertilización es muy baja, no llegando a reponer lo que se extrae”, detalla y añade que se se compara la zona argentina de producción con los mismos ambientes norteamericanos, ellos tienen todos los plantíos sobre maíz, que está “superfertilizado” y, además, fertilizan la soja. Estos son factores que mejoran el nivel de proteína.
Lo cierto, de acuerdo a lo que advierte el especialista que participa en múltiples mesas de trabajo sobre este tema, es que la discusión está instalada, pero está encaminada hacia un callejón sin salida porque no está el incentivo para producir ni pagar un extra por mayor contenido de proteína en el grano.
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“Lo primero que hay que hacer es que la industria defina si puede pagar más por el mayor contenido de proteína y que toda la cadena se alínee para conseguir genética y manejo en esta dirección”, dice.
Por el momento, sostiene Rossi, “Argentina no tiene problema en colocar la producción de harina, pero seguramente se está perdiendo plata porque estamos vendiendo harina más barata que otros países. Nosotros vendemos harina alta proteína (HIPRO) con medio punto menos de lo que vende el mundo”, señala.
Por esto, la industria debe tomar algunas estrategias para elevar los niveles de proteína en el grano, como elegir soja producida en el norte del país, importar desde Paraguay -producen con mayor nivel de proteína- o incorporar el descascarado del poroto para moler directamente buscando extraer mejor calidad de harina.
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En representación de la industría, Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), dice, “estamos ante un problema estructural de la cadena de soja. Esto para la industria es un dolor de cabeza, porque la harina es lo que se vende como proteína. Si es baja, hay bonificaciones de precio y retrasos en el rendimiento industrial”.
Por eso, dice Idígoras, es que hay buscar soluciones de largo plazo y toda la cadena debe comenzar a trabajar sobre este tema y que la calidad también se pague.
Según el directivo, “para que exista un programa nacional que bonifique por calidades se necesitan volúmenes grandes de producción de soja de alta proteína. Es decir, no sirven tres camiones, sino varios barcos y para eso se necesitan varios productores que logren la misma calidad. Entonces, la industria avanzará como resultado de un proceso de cambio. Por eso, hay que seguir discutiendo Ley de Semillas, uso propio, pago de regalías...porque el mejoramiento genético tampoco quiere avanzar sobre este tema, más allá que reconocen que tienen materiales genéticos que logran mejor calidad”, comentó Idígoras.