Un buen inoculante debe de aportar aproximadamente 106 bacterias vivas por cada semilla en el momento de la inoculación, para que a pesar de la alta tasa de muerte que normalmente ocurre durante las primeras horas después de ésta, sobreviva una cantidad suficiente como para colonizar las raíces”, afirma la especialista Norma González del INTA Balcarce, citada en la sección “Lo importante hoy”, en el sitio de Aapresid en Internet: www.aapresid.org.ar.
Y agrega que debiera desestimularse el uso de los productos que incluyen biocidas de cualquier índole en la formulación, aún cuando no sean específicamente bactericidas. La coexistencia de los rizobios con biocidas durante el período de aptitud de empleo del inoculante, habitualmente disminuye los recuentos al menos 2 unidades log por debajo del estándar establecido.
El N inorgánico presente en el suelo puede cubrir la mayor parte de los requerimientos de la soja. Sobre este particular , los resultados de una interesante experiencia realizada en la Universidad Del Centro en Azul por el ingeniero Lett y colaboradores demuestran la importancia de la inoculación con cepas eficientes, independientemente del sistema de labranza utilizado.
González afirma que los investigadores encontraron además que el establecimiento y funcionamiento de la simbiosis se optimiza bajo sistemas de SD ya que éste posibilita una infección mas temprana. Por eso la inoculación de soja en SD constituye una alternativa necesaria en suelos libres de rizobios eficientes para suplir las carencias de nitrógeno disponible del sistema. Los tratamientos sin inocular permanecieron libres de nódulos indicando la ausencia de bacterias fijadoras.