En la industria alimenticia hay productos envasados que son realmente saludables pero distinguirlos de aquellos que realmente no lo son es desde hace tiempo una tarea más que complicada.
Los fabricantes utilizan slogans como “natural”, “casero”, “artesano”, “integral”, “bajo en”, “0%”, “bio” o “eco” para simular que esos productos son más saludables de lo que en realidad son.
“Es cierto que algunos de estos reclamos están regulados por ley. Sin embargo, hay algunos alimentos ultraprocesados como las galletas integrales o los jugos de frutas, que son vendidos como naturales, que también pueden incluirlos, y que sin embargo están muy lejos de ser alimentos recomendables”, afimó Marián García, conocida divulgadora y nutricionista española.
De hecho, un estudio publicado hace sólo unas semanas en el que se analizaron más de 13.000 productos de supermercado concluyó que más de dos tercios de los alimentos a los que tenemos acceso son ultraprocesados y, por ende, perjudiciales para nuestro organismo.
Según la nutricionista, la única forma de identificar los alimentos saludables es con el listado de ingredientes que encontramos en la parte posterior de los envases. Y descifrarlo no es precisamente fácil.
¿Cómo podemos distinguir realmente si un alimento es saludable?
“El truco está en el número de ingredientes. Por lo general, si acudís a la etiqueta de un producto que, a priori, debería ser sano y cuenta con más de cinco ingredientes, sospecha, porque lo más probable es que no sea sano. De hecho, lo más probable es que se trate de un ultraprocesado”, explicó la especialista.
“El buen alimento suele estar envasado y lleva una etiqueta nutricional donde figuran de uno a cinco ingredientes, entre los cuales no se encuentran cantidades significativas (menor o igual al 5-10% del total) de azúcar añadido, harina refinada o aceite vegetal refinado”, añadió García.
Según Marián García, el consumo de ultraprocesados debe ser ocasional, alguna vez al mes. La recomendación es que cuanto menos, mejor.
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