Un informe de un grupo de investigadores del Conicet y de la UNL reveló la presencia de agroquímicos en las aguas del río Salado, en su tramo final del territorio de la provincia de Santa Fe.
Según informaron los científicos, se detectó la presencia de estas sustancias tanto en los sedimentos como en los peces.
Para la elaboración del trabajo participaron integrantes del Laboratorio de Ecotoxicología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), a pedido de la Procuración General de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe.
En cuanto a la toma de muestras para el análisis, tanto para el agua como para los sedimentos fueron realizadas a finales de 2020 a la altura del country Los Molinos, en el norte de la ciudad de Santa Fe, y en el puente de la Ruta Provincial 70, en jurisdicción de la ciudad de Esperanza.
A su vez, se colectaron peces vivos pero que al mismo tiempo mostraban “conductas inusuales”, como “subir permanentemente hasta la superficie para respirar”, tal como dice el informe.
Luego, sobre esas muestras se efectuaron análisis fisicoquímicos, bacteriológicos y de metales, además de medirse el oxígeno.
En tanto, se trabajó en la detección de químicos que llegan a las aguas del río Salado por su cercanía con campos agrícolas.
En esta línea, los científicos hallaron entre los resultados que en las branquias e hígado del sábalo habían restos de “el herbicida 2,4-D” y “el insecticida organofosforado clorpirifos con 80” en el primer sitio de extracción de muestras y “clorpirifos 30” en el segundo.
Los investigadores explicaron además que “el 2,4-D por su efectos tóxicos y genotóxicos en peces, se puede clasificar como una sustancia muy nociva para los organismos acuáticos”.
“El clorpirifos es el insecticida neurotóxico de amplio espectro más utilizado en Argentina (principalmente en cultivos de soja, maíz, trigo y girasol) para controlar plagas de insectos”, añadieron en el informe los investigadores del Conicet y la UNL.
Finalmente, comentaron que “debido a sus grandes riesgos para la salud humana y animal (sus exposiciones crónicas pueden causar déficits cognitivos y conductuales) en enero de 2020 la Unión Europea prohibió el uso del clorpirifos”.