La superficie sembrada con cultivos de servicio crece año a año, y la variedad de especies que se usan también.
Un ejemplo es la camelina: un cultivo de ciclo corto, perteneciente a la familia de las Brasicáceas o Crucíferas, cuya producción se está incrementando año a año, por una característica fundamental: encaja justo por detrás de un maíz de segunda y antes de la soja de primera.
En un artículo difundido por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), Federico Varela, de Chacraservicios, destaca además que camelina es un cultivo de cobertura con opción de cosecha, con un ciclo súper corto -bastante más corto que colza o carinata-, muy rústico y muy eficiente en el uso de los recursos, fundamentalmente el agua.
Potencialidades
Chacraservicios es una empresa que se ha abocado desde sus inicios a la investigación y al desarrollo del cultivo de Camelina sativa. Tiene un programa de Breeding de camelina en Estados Unidos y en Argentina. Actualmente, disponen de una serie de variedades que se adaptan a las variadas condiciones ambientales de nuestro país, desde Salta hasta Carmen de Patagones. Arrancaron en 2019 con unas 600 hectáreas y para la próxima campaña buscan alcanzar unas 10 mil. Con vistas a futuro, el objetivo es seguir escalando el cultivo porque la demanda es muy grande.
“El desafío es producir algo que no afecte el rendimiento de los cultivos principales, secuestre carbono, controle malezas, recircule nutrientes, tome poca agua y deje bien el lote para el cultivo que voy a sembrar en el verano; y la camelina entra muy bien dentro de ese esquema”, menciona Varela.
Y remarca que tiene potencial también por su aceite, que es adecuado para biocombustibles. Incluso podría tener posibilidades de crecimiento, teniendo en cuenta que en Estados Unidos y en Europa están avanzando normativas para aumentar el corte de combustibles fósiles con carburantes obtenidos de cultivos.
Experiencia a campo
Por su parte, José “Peco” Alonso, socio Aapresid perteneciente a la Regional Videla, en el centro-este de Santa Fe, contó su experiencia con esta especie.
La apuesta de su empresa agropecuaria es alcanzar el lema “siempre verde” que guía a Aapresid: barbechos “cero” o con períodos muy limitados.
En esa línea, agregó que incorporaron las brasicáceas hace mucho tiempo y que, puntualmente, arrancaron con camelina hace al menos dos años.
“Puede ser un cultivo posterior a soja o maíz de segunda, con un ciclo muy corto y que permite enganchar una soja con fechas de siembra tempranas, con perspectivas de rendimiento importantes, porque la recarga del perfil y la desocupación del lote es más temprana potenciando el rendimiento del cultivo de verano, similar a una soja de primera”, destacó.
Las combinaciones de camelina dentro de la rotación son innumerables, especialmente dadas las condiciones climáticas privilegiadas de la zona, con precipitaciones de entre 1.000 y 1.100 milímetros anuales y un período de heladas fuertes que va desde el primero de junio hasta mediados de agosto.
Resultados
Alonso comentó algunas experiencias puntuales con el cultivo, que demuestran los beneficios de incorporar camelina a la rotación. En la última camapañ, por ejemplo, reemplazaron parte de la colza que producían por camelina, con muy buenos resultados, obtuvieron un rendimiento de 11,7 quintales.
La sembraron el 20 de junio y cosecharon el 25 de octubre. Agregó que por cuestiones estratégicas no lo hicieron, pero podrían haber sembrado inmediatamente soja.
“En ese cajón de 120 días entre el maíz y la soja de primera no hay forma de meter un cultivo”, remarcó. Sin embargo, esto no es así para camelina. Los maíces de segunda, destinados como grano húmedo para tambos y feedlots de la zona, se cosecharon los primeros días de julio. Acto seguido, sembraron la crucífera el 10 de julio y cosecharon el 1 de noviembre. “Entra perfecto en nuestro planteo y vamos a repetirlo este año”, mencionó.
Servicios
Alonso describió a la camelina como una planta de un porte mucho más pequeño y menos ramificada que la colza. Resaltó además, que el gran servicio que aportan las brasicáceas, y en este caso camelina, tiene que ver con el efecto de las raíces en el suelo.
Si se logran 300 plantas por metro cuadrado, son 300 raíces pivotantes con sus raíces secundarias por unidad de superficie. Esto se traduce en un gran aporte sobre la porosidad y aireación del suelo, una rápida recarga del perfil y oxigenación, beneficios que impactan directamente sobre el cultivo posterior, agregó.
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