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Brechas de productividad: qué factores llevan a obtener hasta un 39% más de rendimiento

Desde CREA difundieron algunos datos de su informe nacional de Brechas de Productividad. Las mayores diferencias se pudieron apreciar en trigo y girasol.

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El proyecto “Brechas de Productividad”, que se lleva a cabo a partir de un convenio entre los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) y Syngenta, analizó las últimas cinco campañas de maíz, soja, trigo y girasol y comparó el nivel de rindes entre los productores de la entidad y “extra-CREA”.

En la comparativa, los resultados arrojaron que los CREA obtuvieron un mejor nivel de productividad. Las diferencias estimadas a partir de los rendimientos promedio son del 6% en maíz, 9% en soja de primera, 14% en soja de segunda, 19% en girasol y 36% en trigo.

Al analizar por regiones, estos números mostraron algunas diferencias. En el caso del maíz, la diferencia a favor de los empresarios CREA es del 5% en las regiones centro-norte y centro oeste, pero alcanza el 19% en el sur.

En soja de primera, las diferencias van desde cero en centro-norte, hasta 19% en el centro-oeste y para la de segunda, desde 8% en el centro-oeste, hasta 28% en el sur. 

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En girasol, el cultivo con mayor variabilidad en las diferencias de rendimiento, las mismas van desde el 1% en la macro-región Centro Sur hasta 24% en el Sur.

Por el lado del trigo -cultivo que mostró las mayores diferencias, las brechas oscilaron desde un 12% en la centro-norte hasta 39% en el sur.

“El mayor rendimiento puede estar asociado al hecho de compartir datos, experiencias, conocimiento y tecnología, al asesoramiento agronómico, a la intensificación tecnológica y a una mayor eficiencia en el uso de los recursos”, explicó José Micheloud, líder del Proyecto Brechas de CREA.

LAS RAZONES DE LAS BREHCAS

Para explicar estas diferencias, se identificaron las variables de mayor relevancia al comparar el manejo de los lotes que obtuvieron rendimientos cercanos al alcanzable, con el trabajo en los panteos que obtuvieron valores alrededor del promedio.

“Un ejemplo, entre muchos, es la dosis de fertilizantes aplicadas en trigo en ambientes de alto potencial de la zona sur de la región pampeana, donde se observa que en los lotes de mayor rendimiento las dosis de nitrógeno y fósforo que se utilizan en promedio superan en 30 kg/ha y 5 kg/ha, respectivamente, a las dosis utilizadas en los lotes que lograron rendimientos cercanos al promedio”, analizó Micheloud

En este sentido, agregó: “Vemos que, en muchos casos, la brecha podría reducirse no necesariamente con una mayor dosis de insumos, sino que también hay margen para optimizar el manejo a través de tecnologías de procesos, cómo por ejemplo la fecha de siembra”.

FECHAS DE SIEMBRA

“Por ejemplo, si analizamos precisamente las fechas de siembra de maíz en la franja central del país, incluyendo la zona núcleo y los márgenes de esta zona, vemos que los mayores rendimientos promedio, y mayores pisos de rendimiento se logran en una ventana óptima de siembra que va del 20 de septiembre al 10 de octubre“, subrayó Micheloud.

Y prosiguió: “Sin embargo, cuando analizamos la dinámica de la siembra en esa región, vimos que el 55% de la superficie de maíz temprano ya se había sembrado al inicio de esa ventana de siembra, y solamente el 15% de la superficie se sembró dentro del período óptimo”.

Desde su punto de vista, si bien hay limitantes logísticas, de diversificación y otras condicionantes que juegan, desde CREA piensan que poner al alcance de los productores y técnicos esta información podría ser de utilidad para, por ejemplo, aumentar la proporción de siembras dentro de ese período, y de esta manera contribuir a la reducción de la brecha.

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“Si bien estamos conformes con estos primeros estudios, que nos dan una idea de la magnitud de las brechas reducibles en los distintos cultivos, macro-región y tipo de ambiente, y de las causas que generan esas brechas, ahora queremos profundizar en el análisis, y tratar de entender cual sería el impacto de ajustar algunas de las variables de mayor peso”, continuó el especialista.

Es decir, poder determinar por ejemplo qué porcentaje de la brecha podría reducirse ajustando una o más variables, siempre dentro de las que se identifican como de mayor impacto.

“Durante la última etapa del proyecto, que finaliza a mediados de 2024, estaremos avanzando en este objetivo”, remarcó.

Y finalizó: “Sin dudas DAT CREA es una herramienta clave que nos permitió analizar tendencias y empezar a dar respuesta a las preguntas que nos hicimos. Sin embargo, para cuantificar de manera específica, los efectos de las variables identificadas en este proyecto como principales causas de la brecha, sería necesario avanzar en una etapa experimental de campo, y ese sería el foco de un posible proyecto Brechas de Productividad II”.

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