Una de las iniciativas deslizadas fue fijar cupos de ingreso una vez que el precio del vino fino se ubique debajo de un determinado valor.
Pero los brasileños no se quedaron sólo con ello. También propusieron, en una extensa presentación la implantación de un arancel externo para terceros países de 0,60 centavos de dólar la botella de 750 centímetros cúbicos, y la creación de un fondo de fomento del consumo de vino. En la presentación, moderada por Danilo Cavagni, presidente de Uvibra (Uniao Brasileira Vitivinicultura), perteneciente a la firma Chandon do Brasil-, cada uno de los interlocutores brasileños, entre ellos un diputado nacional estadual (de Rio Grande do Sul) y un sindicalista, prevaleció el tono amable, la búsqueda de consenso y el peligro que corren las 16 familias brasileñas que viven de la industria del vino.
La respuesta argentina, motorizada por el presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), Enrique Thomas, fue la prudencia. Esto obedece a que el mercado brasileño tiene una gran potencialidad, por lo cual no tendría sentido estratégico una postura rígida. Se tomó nota de la situación brasileña, de las propuestas de solución y se acordó plantear soluciones para dentro de 30 días.