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Bioeconomía integrada: un modelo de desarrollo para el Nuevo Paradigma Económico Mundial

La bioeconomía integral es una estrategia clave para insertarnos en un nuevo escenario global en forma competitiva. Hay un camino nuevo al desarrollo que está cerca y listo para que comencemos a desandarlo con liderazgo y políticas claras.

Director de Estrategias Grupo Bioceres

El 10 y 11 de julio tuve la posibilidad de participar del Primer Simposio Latinoamericano de Bioeconomía en el que representantes de varios países de la región presentaron estrategias, empresas, y proyectos de I+D sobre el tema.  Fue clave el enfoque propuesto por los organizadores (MinCyT, IICA, OIT, CIECTIC, CEPAL) en considerar a la bioeconomía como propuesta de desarrollo para la región, y como tal se debatieron políticas para incentivar su crecimiento. 

Cuales son los fundamentos que sustentan esta visión

Si bien hay muchas definiciones, en el alcance de este artículo me refiero a la producción de recursos biológicos renovables y su conversión en productos de valor agregado tales como alimentos, biomateriales, biocombustibles, bioprecursores químicos, y bioenergía, asegurando impactos positivos económicos, sociales y ambientales.  Es un modelo integrador y sistémico.  Modelo económico en crisis.  En la actualidad la humanidad consume los recursos de 1,7 planetas (1).  Si todo el mundo los consumiera como lo hacemos en Argentina, se necesitarían los recursos de 2 planetas, y si tomamos como referencia a EEUU, se necesitarían los recursos de 5 planetas.  Business as usual no es sostenible.

Mitigación del cambio climático.  Es urgente comenzar a descarbonizar el planeta.  Las emisiones de CO2 actuales son superiores a los 53 gigatones y para 2030 deberán reducirse en un rango de entre el 25 y 55 por ciento para tener alguna oportunidad de que el calentamiento global no supere 1,5-2 C en este siglo (2).  Continuando con las actuales emisiones vamos camino a un incremento de temperatura cercano a 3 C con consecuencias dramáticas para el planeta y la sociedad.  La tarea no es sencilla, un reporte del FMI nos indica que globalmente se destinan U$S 4,7 billones (billones de los nuestros: 4.700.000.000.000) en subsidios a combustibles fósiles (3).  En el sector energético es esperanzador el crecimiento de las energías renovables.  Sin embargo, es imprescindible la producción y utilización de biomasa renovable como materia prima para reemplazar en parte a los recursos fósiles y como medio de fijación y secuestro de carbono.  Sin la producción y utilización sostenible de biomasa no se cumplirán los objetivos de descarbonización del planeta (4). 

Reducir el impacto ambiental en la producción de alimentos.  Un estudio de FAO y Trucost (5) estimó que los costos ambientales asociados a la producción de alimentos superan los U$S 3 billones (3.000.000.000.000), gran parte de los mismos asociados a las deforestaciones que aumentan el área cultivable.  Felizmente existe una creciente demanda de la sociedad para que se contabilicen y adjudiquen estos costos, y se está acelerando la implementación de regulaciones en ese sentido.  Al mismo tiempo es necesario incrementar la disponibilidad de alimentos.  Actualmente, existen más de 800 millones de personas malnutridas y debido al crecimiento poblacional, se estima que a fines de la próxima década habrá un déficit de calorías adicional equivalente a la necesidad de 200 millones de personas (6).  El aumento de área cultivable estará limitada por los aspectos ambientales mencionados, por lo que la mayor oferta de alimentos deberá resultar de disminuir pérdidas en las cadenas de distribución y de incorporar tecnologías que permitan una intensificación sostenible de la producción tales como mejoramiento genético, biotecnología, bioinsumos, y agricultura por ambientes.  En la bioeconomía Integral se reemplazará superficie por conocimiento. 

Mayor rentabilidad y diversificación de ingresos para el productor agropecuario.   La volatilidad de precios y rendimientos afectan la rentabilidad del productor y su oportunidad de crecimiento. La Bioeconomía se trata de agregar valor a la biomasa y transformarla en bioenergía, biocombustibles, bioplásticos, bio precursores químicos y alimentos diferenciales.  Ampliando la visión de la tradicional producción y comercialización de granos, ampliamos el rol y las oportunidades de crecimiento de los productores de biomasa.

La economía de repetición resulta en desarrollo local.  En la bioeconomía la biomasa debe transformarse localmente ya que su transporte es ineficiente, tanto económica como ambientalmente.  Se crean entonces economías de repetición que contrastan con las economías de escala donde el valore se agrega lejos de la zona de producción.  La creación bioempresas locales generan puestos de trabajo de alta calidad, con la correspondiente inclusión social.

Una oportunidad para el país

Es en este contexto, Argentina tiene una gran oportunidad.  Y podemos darnos el lujo de ser optimistas.

Producimos el 1,5-2% de la biomasa del planeta. Nuestra bioeconomía ha sido estimada en U$S 87.0000 millones, representando el 16 % del PBI (7), siendo sin duda es uno de los motores de nuestra economía. Pero considerando que un 40% es producción primaria, podemos y debemos crear las condiciones para que al transformar esta producción primaria, logremos cumplir con las necesidades de desarrollo económico, social y ambiental de nuestra población. 

Algunas necesidades

  • El conocimiento y la innovación son la base de la competitividad sostenible de las naciones y estamos muy en deuda con los recursos que invertimos en investigación y desarrollo y en las políticas que incentiven la inversión en I+D+i.
  • Debemos incentivar la descarbonización de nuestra economía con políticas más ambiciosas sobre emisiones de carbono, uso de bioplásticos, biomateriales, y biocombustibles.  Hay grandes avances en algunas energías renovables pero es necesario incentivar y acelerar el rol de la biomasa en este proceso. 
  • Tenemos la gran oportunidad de capturar el valor ambiental generado en algunos de nuestros sistemas de producción. Una hectárea de soja producida en Argentina tiene un costo ambiental tres veces menor que en Brasil y dos veces menor que en EEUU (5).  Esta ventaja competitiva ambiental debe ser clave en el posicionamiento de nuestros productos en el mundo y en particular con la Union Europea.

La humanidad está en una transición acelerada hacia un nuevo paradigma económico bajo en carbono, socialmente inclusivo, eficiente en el uso de recursos, y ambientalmente sostenible.  El desarrollo de una bioeconomía integral es una estrategia clave para insertarnos en este nuevo escenario global en forma competitiva.  Hay un camino nuevo al desarrollo que está cerca y listo para que comencemos a desandarlo con liderazgo y políticas claras.

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