Esta semana se llevó a cabo un nuevo conversatorio virtual en la plataforma de Expoagro Digital: un espacio para vincular el agro los 365 días del año. Durante el encuentro, se abordaron diferentes temáticas vinculadas a los biocombustibles. Desde el anclaje del cuidado del ambiente y la generación de desarrollo en las regiones donde se establecen las industrias que producen estos tipos de bioenergía. Enumeraron las fortalezas y oportunidades de estas tecnologías.
Así como explicó el moderador Fernando Vilella, director Programa Bioeconomía FAUBA, el biodiesel y el bioetanol “son dos de los grandes rubros donde la bioeconomía argentina tiene una presencia relevante”. Contó que Argentina está en este camino de transformar la biomasa en productos de cada vez con más valor desde hace varios años.
Para analizar estos temas, Vilella conversó con dos especialistas ligados a la industria, y conocedores de las posibilidades de desarrollo actual y el futuro del negocio, Víctor Accastello y Axel Boerr.
Para dimensionar lo que significa la industria del biodiesel en Argentina, Boerr dijo: “Es un sector donde se estiman unos 800 millones de dólares de inversión y unos 1.500 empleos directos. Son empresarios locales que apuestan al país”. Para ejemplificar la magnitud, también contó que en estos años “Argentina importó 17 millones de toneladas de gasoil, y sin biodiesel habría importado 27 millones de toneladas”. Indicó que este tipo de industria genera gran desarrollo en las regiones donde se instala; aporta trabajo de alta calidad, tecnología y desarrollo.
Además, aseguró: “La razón para la incorporación de los biocombustibles es el aspecto ambiental”. Con esta actividad, “Argentina tiene una gran posibilidad para reducir sus emisiones, y esto está en línea con sus compromisos en el Acuerdo de París, el de Escazú, y el Protocolo de Kioto. Son acuerdos que constitucionalmente en nuestro país tienen un rango superior al de las Leyes”.
Por su parte, Accastello agregó: “En Argentina tenemos 10 provincias bioenergéticas. Es una industria que genera mucho trabajo, además de los beneficios ambientales”. Durante el webinar, contó que según estudios que se realizaron para cumplir con los requisitos de los organismos europeos más exigentes, en la planta de bioetanol de Villa María, con esta tecnología se genera un ahorro del 74% de gases de efecto invernadero con respecto a la huella de carbono de las naftas.
Los especialistas indicaron que cuando se habla de biocombustibles se habla de un conjunto de productos, y además hay subproductos. “Del almidón de la semilla de maíz se extrae el bioetanol. Del resto del grano, la burlanda o los DDGS para la alimentación animal. También se captura dióxido de carbono con destino a la industria de bebidas gasificadas, para la minería, para los matafuegos, etc. Por eso decimos que las plantas de bioetanol son un ejemplo moderno de industria de la bioeconomía”, argumentó Accastello.
En la misma línea, Boerr señaló que los biocombustibles son una excelente forma de sostener el valor de la cadena. “Además de utilizarse como combustible, se usa también como coadyuvante. Se pueden hacer biodetergentes, anticongelante para las alas de los aviones, y una amplia gama de productos. Se obtiene glicerina, a partir de la cual se configura una oleo química con varios productos. Es cuestión de ir estableciendo eslabones productivos que nos permitan seguir avanzando”, dijo.
No obstante, aseguró que “lo más significativo es el ahorro de emisiones, porque estamos usando carbono que se ha capturado a través de la fotosíntesis actual”.
Entre las materias primas, además de la soja o el maíz, se pueden utilizar ácidos grasos que provienen de diferentes industrias, incluso aceites vegetales usados. “Hay muchas materias primas que estamos estudiando. A este proceso de buscar en todas las industrias dónde sobran esos triglicéridos o ácidos grasos, por ejemplo los efluentes cloacales, lo llamamos “minería de grasas”, apuntó Boerr.
Durante el encuentro se mencionó un estudio realizado en la provincia de Santa Fe, que fue pionera con ensayos de colectivos movidos por biodiesel puro. “Fue muy exitoso”, dijo Boerr, y agregó: “Demostró que no hay impacto sobre los motores; camiones o colectivos pueden utilizar biodiesel o gasoil. Es un hecho que se puede usar puro y que no genera problemas”.
Respecto del comercio exterior, Accastello contó que el mayor exportador de biocombustibles es Estados Unidos, que procesa el 40% de su maíz, y también se destaca Brasil. Argentina ha exportado etanol a Brasil, a Chile, a Perú y a la Unión Europea, donde varios países están elevando el corte. Hoy sólo se exporta a Europa. “La exportación es un camino incipiente, los mercados se ganan de a poco. A la UE todavía no son significativas las cantidades, son 25 mil metros cúbicos a Europa. Pero, el futuro del etanol es enorme en todo el mundo”, indicó. Destacaron que la UE posee varios requisitos para la compra de biocombustibles referidos a la obtención de la materia prima, a la producción sustentable del maíz, y las mediciones tanto en la producción y como en el transporte.
“Los biocombustibles de segunda generación, los ácidos grasos que quedan del aceite descartado, que no queremos comer, se vuelven a convertir en triglicéridos en una planta, y esto se exporta a Europa. Allí se utiliza para quemado directo para generación eléctrica en plantas de energía. El ahorro de emisiones, en este caso, supera el 90%; todo esto medido por organismos europeos”, explicó Boerr.
La oportunidad argentina
Así como lo hace el mundo, “Argentina necesita profundizar el uso de los biocombustibles, que son amigables con el medio ambiente”, dijo Boerr, y sumó que los mercados europeos comprarán productos sólo de aquellos países que controlen su emisión de huella de carbono.
Según los especialistas, el bioetanol y los biocombustibles es una de las industrias más jóvenes y exitosas de Argentina. Entre las virtudes del bioetanol, Accastello enumeró: “Primero, la reducción de emisiones, que es una buena noticia para el Cambio Climático; segundo, es bueno para la salud de las personas. Y tercero, es un corrector de la calidad de las naftas”.
“Argentina está frente a una oportunidad enorme para seguir creciendo en la producción de etanol, porque puede construir más plantas industriales en muchas provincias. En 10 años podemos tener una matriz energética más sustentable, Y limpia”, expresó Accastello.
“El mundo tiene que ir hacia las iniciativas verdes, que inicialmente serán más caras y después se irá bajando el precio. Si uno mira la electricidad generada con molinos eólicos o con energía solar se ve cómo fueron bajando los costos a medida que la tecnología va madurando. Acá vamos a poder hacer lo mismo”, resaltó Boerr.
Para cerrar, Vilella explicó que “los conceptos desarrollados marcan la menor huella ambiental que tienen estos productos, la posibilidad de generar trabajo, de generar agregado de valor en territorio, de generar divisas. Entendemos que esto es oportuno sostener y hacer crecer”.