Terminado el invierno, es momento de ajustar los barbechos de cara a la siembra gruesa. Pero este año, con un condicionante importante: el climático.
La escasez hídrica que se registró durante los últimos meses complica el control de malezas durante la época de barbecho, por lo que es importante afinar las estrategias de manejo en las aplicaciones de herbicidas.
El objetivo es vencer la posición defensiva ante la sequía desarrollada por las diferentes especies presentes en los lotes, y así evitar complicaciones a la hora de la siembra, y una limitación de los recursos del suelo para los cultivos estivales.
LAS MALEZAS Y LA SEQUÍA
“Las condiciones climáticas adversas provocaron que las malezas desarrollen una elevada acumulación de cera en sus hojas para tratar de evitar toda pérdida de agua posible. También, dada las bajas temperaturas y la sequía que han sufrido en este invierno, desarrollaron una mayor rusticidad que hace que estén mucho menos permeables a ser afectadas por los herbicidas”, explica el ingeniero agrónomo Mariano Luna, especialista en protección vegetal y aplicaciones de Rizobacter.
A esta situación, se le suma la baja humedad relativa ambiente que incrementa los problemas de evaporación durante las aplicaciones sanitarias.
Para vencer estos contratiempos para las estrategias de control, las tecnologías adyuvantes consideradas “premium”, formuladas con aceite metilado de soja, aceites minerales y surfactantes, pueden darle “una mano decisiva a los herbicidas supliendo aquellas cosas que ellos no pueden hacer”, subrayó Luna.
Al especialista explica que la combinación de aceite metilado de soja más surfactantes de calidad (silicona o combinación de alcoholes) es capaz de vencer las barreras, facilitando el ingreso de los productos dentro de la planta, a través de una mayor solubilidad de las ceras cuticulares.
EL ROL DE LOS SURFACTANTES
“A medida que aumenta la proporción de surfactantes en un aceite agrícola, aumenta su eficiencia y la capacidad de reducir la tasa de evaporación. Por lo tanto, se le da más tempo al herbicida para que ingrese dentro de los tejidos vegetales”, agrega Luna.
Y completa: “A su vez, el surfactante ayuda a bajar la tensión superficial para que la gota no rebote, no escurra, y no ruede. También colabora en expandir la gota una vez que toma contacto con la superficie vegetal. Esto es muy importante para que no quede todo el producto herbicida en un solo punto, sino que se distribuya en una superficie mayor, aumentando los puntos de contacto y las posibilidades de un control eficiente”.
En este contexto, dentro del portfolio de adyuvantes “premium” de Rizobacter, la recomendación de la empresa es el uso de Rizospray Integrum, un adyuvante que contiene aceite metilado y un mix de surfactantes que logra crear, sin necesidad de realizar ningún tipo de agitación mecánica, una microemulsión termodinámicamente estable, en la mezcla de herbicidas.
“Nos va a ayudar mucho en esta etapa crucial donde se da una gran combinación de herbicidas dentro del tanque de aplicación para el control de las malezas. Es un producto pensado y diseñado para ayudar a mezclar bien aquellos productos cuya compatibilidad no es excelente”, explica Luna.
MONITOREO Y CONTROL
En este marco, otro aspecto que marcan desde la empresa oriunda de Pergamino es la necesidad de que los ingenieros agrónomos tengan el “ojo atento” para recorrer los lotes, debido a que la condición climática actual también ha ampliado la ventana de emergencia de malezas, lo que hace que se produzca un crecimiento escalonado.
Cuando las temperaturas comienzan a ascender con la llegada de la primavera, muchas semillas de especies primavero-estivales que se encontraban dormidas en el banco de semillas del suelo, comienzan a germinar y las perennes comienzan a rebrotar.
Ver esta publicación en Instagram
“También hay que tener en cuenta que algunas inverno-facultativas que frenaron su dormición con las temperaturas bajas vuelven a germinar a fines del invierno generando nuevos flujos de emergencia. El caso más típico de este tipo de malezas es el de la rama negra (Conyza sumatrensis)”, comenta Fernando Oreja, investigador y especialista en malezas.
El experto advierte que a medida que uno se retrasa en el momento de la recorrida y la decisión de control, “el uso de químicos como herramienta va perdiendo efectividad, ya sea porque las plantas superan los tamaños indicados para tener un buen control o bien porque las condiciones ambientales reducen la efectividad de los herbicidas”.
MÁS RECOMENDACIONES
Otro aspecto clave es saber reconocer con exactitud las diferentes especies de malezas presentes en el lote y que “la elección del herbicida residual a aplicar debe considerar no solo las especies presentes en el banco de semillas del suelo, sino cual será el próximo cultivo a sembrar para evitar problemas por fitotoxicidad (carry over)”.
Asimismo, hay que tener especial atención al historial de aplicaciones en el lote, con el fin de rotar modos de acción para disminuir la presión de selección de biotipos resistentes que resultarán en pérdidas de rendimiento y aumento de costos de control en el largo plazo.
También Oreja aconseja el diseño de estrategias de manejo integradas como son la elección de la fecha de siembra (adelantar o atrasar en función de las especies malezas dominantes) o estructuras de cultivo más competitivas que cierren rápido el entresurco (menor distancia entre surcos, mayores densidades de siembra, genotipos más competitivos, etc.).
Y en todos los casos, los especialistas consultados coinciden en señalar que es fundamental cuidar la calidad de las aplicaciones agrícolas para evitar sobre o sub dosificaciones que pueden complicar la sanidad en los lotes, el desarrollo de próximos cultivos y la sustentabilidad del ambiente.