Diciembre es fin de año y entonces es época de balances, también lo es para CRA, que debe analizar el año agropecuario, que, por cierto, fue duro. Un año en donde el productor no avanzó sino que, en la mayoría de los casos, retrocedió.
Aunque parezca extraño, hace sólo doce meses, el 10 de diciembre asumía un nuevo mandato Cristina Fernández. El nuevo periodo llegó con cambios de ministros, entre ellos, el de Agricultura. Dejó el cargo Julián Domínguez y asumió Norberto Yauhar.
Durante la campaña electoral pareció vivenciarse un cambio de actitud del Gobierno que se ofrecía como más dispuesto al diálogo y a superar etapas del pasado. Sin embargo, a poco de un triunfo electoral resonante, apareció el signo que marcaría la nueva gestión: “Vamos por todo” fue la consigna.
El sector agropecuario también lo sintió. En enero fue la sequía nuestro primer y grave desencuentro. El Gobierno la negó hasta donde le fue posible y sólo la realidad le impuso sus resultados ya entrado el año. En tanto, el desempeño de los gobiernos provinciales fue muy pobre. En este contexto, la comisión de emergencia creada por ley estuvo casi 10 meses sin reunirse formalmente por falta de voluntad convocante del Minagri.
Otra vez el trigo y el maíz sufrieron las dificultades de comercialización, ausencia de ROEs o entrega de éstos a un lote de favorecidos, quitas en el precio y traslación de renta, fueron sumando a la decepción de miles de productores, que cuando pudieron cambiaron de cultivos por otros no alcanzados por las regulaciones del Secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
Una inflación tenaz igual o superior a la de años anteriores y un tipo de cambio casi fijo, generaron un desbalance en la ecuación del productor y la pérdida de competitividad de las exportaciones, al punto que para la carne, se cierra el año con caída dramática de exportaciones y con frigoríficos destinados a vender a mercado interno, porque exportar en estas condiciones es inviable.
Desde lo político, la construcción de un relato a gran distancia de la realidad cotidiana ganó amplios espacios en la prensa oficial. La acumulación de tanto desencanto impulsó las jornadas históricas de 13 de septiembre y 8 de noviembre en donde la población de todo el país pidió un cambio fuerte basado en un reclamo por mayor institucionalidad real. Se dijo basta a las simulaciones.
La oposición política generó un hecho destacado como lo fue la firma de un documento en oposición a la voluntad oficial de cambiar la Constitución Nacional y posibilitar reelecciones indefinidas. Desde CRA, creemos que más que ser reformada para satisfacer un oportunismo circunstancial, la Constitución pide ser respetada.
Gremialmente CRA trazó su posición contraria a la política oficial no sólo en los temas agropecuarios, sino también en los que como ciudadanos nos competen dentro de la sociedad. Se organizaron cientos de reuniones, ceses de comercialización, movilizaciones, presentaciones a gobernadores y legisladores, se hicieron campañas de información al consumidor y todo tipo de gestión tratando de lograr modificaciones a la política actual, pero la ausencia de mayorías parlamentarias y la tozudez del Gobierno hicieron naufragar nuestras propuestas
El 2013 es un año con elecciones de medio tiempo, en donde no habrá lugar para indecisos. Las cartas están sobre la mesa y sabemos hacia dónde nos lleva esta administración. De nuestro compromiso depende ser gestores de un cambio profundo pues nadie lo hará por nosotros. Todo ayuda: participar en cada lugar, en cada acción, en cada estamento, es una tarea indelegable. De lo contrario seguiremos sumando años malos.
El mundo nos da una oportunidad histórica, no subirnos al tren del progreso, por un retraso ideológico, resulta imperdonable. Seamos protagonistas, “Vayamos por el cambio”.
Por Juan Carlos Goya
Vicepresidente 1º de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA)