“Hay maíz, pero el productor especula con que va a seguir subiendo y está reacio a vender”, se quejaba esta semana un productor porcino bonaerense.
“Hoy tenés que pagar $450 la tonelada a retirar del campo, es decir que te sale $500 puesto en la granja”, precisó la fuente de Infocampo.
En sintonía con estos comentarios, la Asociación Argentina de Productores Porcinos daba cuenta de esta situación en uno de sus informes habituales.
“La fuerte suba de los últimos días en la cotización de los cereales y la falta de oferta real, concretamente del maíz, ponen en peligro nuevamente a toda la cadena de valor porcina nacional”, advertía el informe.
De todos modos, existe un mecanismo implementado por Estado que es la compensación de esta suba vía el mecanismo de reembolsos que lleva adelante la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario.
Hasta el momento han dado unos $24 millones a los productores porcinos. Pero desde la AAPP apuntan que sólo un 30% de la producción se encuentra operando dentro del sistema.
Se puede, luego, inferir que el resto o bien no pudo calificar para obtener los reembolsos, o bien le conviene más vender por fuera del acuerdo de precios (que en el caso del cerdo equivale a $3 el kilo vivo), que hoy le representa más de $4 por kilo.
En tanto, un empresario con granja de gallinas ponedoras (actividad que no tiene sistema de compensación) también remarcaba el efecto de la suba del maíz.
“Hace unos quince días subimos 10% el valor del huevo, pero esta suba del grano ya se comió ese aumento”, precisó.
Por lo que se ve, la suba del maíz puede empujar al alza los precios de los alimentos y no extrañaría que la industria esgrima este argumento cuando le toque negociar los precios de sus productos con el Gobierno.
“Lo preocupante para el productor es que el Gobierno tiene dos caminos para mantener a raya el precio de los granos: dejar caer un poco el dólar, que no parece muy factible, o subir más las retenciones”, explicó un empresario.
Pero una suba de los derechos de exportación sería una pésima señal sobre la decisión de siembra de los productores, más cuando la soja sigue trepando a valores que parecen no tener techo.
La tercera opción es reforzar el sistema de compensaciones para que el tándem precio acordado más compensación resulte más atractivo que precio libre sin compensación.