En los últimos días, una plaga de ratones atacó las regiones de Nueva Gales del Sur y Queensland, en la zona este de Australia. A su paso, invadieron escuelas, hogares y hospitales.
Entre las consecuencias, la invasión de roedores dejó como saldo un persistente, penetrante y asfixiante olor en las ciudades, y a su vez, causaron estragos por los lugares transitados.
En este momento, se teme que podrían llegar a Sídney en cuestión de semanas a bordo de camiones de carga y cajones de alimento. Algunos informes registraron que en ocasiones se los observó con comportamiento caníbal, y alimentarse de restos de ejemplares muertos.
Si bien la Autoridad Australiana de Plaguicidas y Medicamentos Veterinarios no aprobó el uso de un químico altamente tóxico para combatir el flagelo, el estado de Nueva Gales del Sur actualmente se prepara para obtener el permiso.
Por su parte, las autoridades locales consiguieron 5.000 litros de bromadiolona, uno de los venenos para ratones más fuertes, que se distribuirán en 20 sitios de tratamiento en las áreas más afectadas de la región.
preocupación en la industria agrícola
La situación no solo preocupa a las ciudades, sino también pone bajo amenaza a la industria agrícola de US$51.000 millones de Australia.
De acuerdo con el presidente del comité de cereales del grupo industrial NSW Farmers, Matthew Madden, luego de una excelente cosecha la temporada pasada, el número de ratones se disparó y ante la ausencia de señales de un pronóstico favorable sobre el retroceso de la plaga, algunos agricultores se abstienen de plantar cultivos de invierno por temor a que los roedores dañen semillas recién sembradas y cereales maduros.