El Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) advirtió, a través de un comunicado, que los recientes cuestionamientos formulados por autoridades de la Asociación de Productores Avícolas de Chile (APA) en diferentes medios de comunicación contra los productos avícolas argentinos “tienen como objetivo distorsionar la realidad del mercado chileno y la capacidad productiva y competitiva de la avicultura argentina. Y que el único objetivo de estas declaraciones es generar un conflicto con el sector para, finalmente, cerrar su mercado”.
Según indicó el CEPA, desde hace quince meses, fecha en que el Servicio de Sanidad de Chile habilitó los primeros frigoríficos para exportar pollos argentinos, los envíos crecieron en forma regular a pesar de la altísima demanda que se registra. Esta importante demanda se basa, fundamentalmente, en dos puntos: el sabor y el bajo contenido de agua que tienen los pollos argentinos.
“En nuestro país los pollos tienen un máximo de 8% de hidratación a diferencia de Chile, donde inyectan a las aves para elevar este nivel hasta 17 por ciento. Al tener más agua, pierde su sabor característico”, explicó Roberto Domenech, presidente ejecutivo del CEPA.
Domenech dijo que “al no poder competir con la calidad de los pollos argentinos, la APA comenzó sospechosamente a criticar a la avicultura argentina y acusó públicamente al Servicio de Sanidad chileno de falta de transparencia por habilitar a tres nuevas plantas frigoríficas argentinas a exportar a ese país. También denunció tener un análisis de un supuesto pollo argentino con problemas bacteriológicos, hecho que el Servicio de Sanidad chileno no confirmó ni anunció a las autoridades argentinas, como correspondería en estos casos”, agregó.
Según el presidente ejecutivo del CEPA, “la APA mostró desconocimiento respecto de la trayectoria exportadora de la Argentina en el sector avícola, cuyos productos llegan a más de treinta y ocho destinos en los cinco continentes. Adoptó, además, una actitud tendenciosa argumentando que las retenciones sobre el maíz y la soja argentinos significan una subvención al sector avícola cuando, en realidad, los pollos argentinos que se exportan están gravados con una retención proporcional”. “Si Chile no puede competir con 17% de agua en sus pollos y puede exportar sus productos como consecuencia de los tratados de libre comercio, está en una seria encrucijada. No corresponde buscar excusas para cerrarle el mercado a la avicultura argentina que durante muchos años libró su propia batalla por la competitividad”, concluyó Domenech.