De acuerdo con los especialistas, el compromiso de los países y de la sociedad es clave para abordar el escenario de calentamiento global frente a los próximos años. En el caso de la Argentina, en las últimas décadas el cambio climático se observó en el aumento de los registros de precipitaciones, más que en el incremento de la temperatura. Son las primeras reflexiones que dieron inicio a la XVI Reunión argentina y VIII Latinoamericana de Agrometeorología, que organizó el INTA junto con otras instituciones científicas en Puerto Madryn.
“El cambio climático a escala global hoy es una realidad y no un tema del futuro”, señaló Vicente Barros, miembro del Panel Intergubernamental de la ONU sobre Cambio Climático (IPCC), en el marco de la conferencia inaugural del encuentro.
En línea con el investigador, “el último informe del IPCC reafirmó los resultados de años anteriores y establece que el planeta está en proceso de calentamiento y que hay una altísima probabilidad de que eso se deba al efecto antrópico, es decir, fundamentalmente a las emisiones de dióxido de carbono, que surgen de la quema de combustible para fines energéticos”.
De este modo, Barros apuntó que existen “señales de cambio climático en todas las latitudes y en todos los continentes, en algunos casos con impacto favorable, aunque en la mayoría con consecuencias negativas”.
En cuanto al escenario nacional, el especialista explicó que “la Argentina sufrió el calentamiento, pero en menor medida respecto de los promedios en países de regiones continentales” y que el mayor cambio se concentró en los niveles de precipitaciones. “Esto no ha sido del todo desfavorable, ya que existe un beneficio por la mayor humedad que posibilitó más producción en la zona húmeda y una extensión de la frontera agropecuaria hacia el oeste”, amplió Barros, en referencia a un fenómeno que también ocurrió en Uruguay y en el sur de Brasil.
“Como el océano tiene mucha capacidad calorífica, el calentamiento es más lento y en países como el nuestro, que estamos entre dos océanos, tenemos la posibilidad de calentarnos mucho menos que el resto”, añadió.
A futuro, “las proyecciones de temperatura dependerán, fundamentalmente, de lo que haga la humanidad y del escenario de emisiones”, reflexionó Barros, quien agregó: “Si seguimos con un sistema económico y energético como el actual, es probable que el planeta incremente en promedio cuatro grados su temperatura”.
Con relación a los desafíos, la Argentina asumió el compromiso de reducir sus emisiones en un 15 % hacia el 2030. “Como país, tenemos muchas oportunidades, porque podemos producir biocombustibles y desarrollar energías alternativas muy interesantes que permitan minimizar el uso de combustibles fósiles”.
El agro y el clima se reúnen
Bajo el lema “Vientos de Cambio nos impulsan”, más de 200 científicos, investigadores, estudiantes y autoridades del sistema científico-tecnológico se darán cita en la XVI Reunión Argentina y VIII Latinoamericana de Agrometeorología (RALDA 2016) que comenzó hoy en el Centro Científico Tecnológico CENPAT Conicet en Puerto Madryn, Chubut.
De la iniciativa, además, participan la Asociación Argentina de Agrometeorología, la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, la Municipalidad de Puerto Madryn y la provincia de Chubut a través del Ministerio de la Producción y de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
“Es la primera vez que este evento se desarrolla en la Patagonia y convocará a grandes científicos de todo el país y de los países vecinos”, valoró Érica Colombani, especialista del INTA y presidenta del comité organizador de RALDA.
El temario incluye una amplia cantidad de áreas como cambio y variabilidad climática, mitigación, teledetección, manejo del fuego, recursos hídricos, biometeorología, entre otros. “Todos los sistemas productivos se basan en estudios climatológicos, con lo cual el progreso en esta ciencia implica un avance a nivel productivo para toda la región”, indicó Colombani.
Panorama agrometeorológico
Silenciosa, diaria, precisa y en todos los rincones del país. Así es la tarea que, desde hace más de 65 años, técnicos del INTA llevan a cabo cuando observan los datos generados por las estaciones agrometeorológicas. Gracias a este esfuerzo, profundamente minucioso, hoy es posible contar con un gran reservorio de información que permite seguir de cerca la evolución del clima y las variables ambientales en cada región.
En esta línea, Erica Colombani, especialista del INTA Chubut, resaltó el potencial de la agrometeorología: “Es una ciencia interdisciplinaria que utiliza el conocimiento de los procesos de la atmósfera para optimizar la producción agropecuaria, en virtud de incrementar la rentabilidad, disminuir el riesgo y planificar acciones estratégicas a corto, mediano y largo plazo”.
Con relación a la proyección, explicó que esta información cobra valor para “enfocar en estrategias que permitan no sólo mantener la producción de alimentos, sino incrementarla para suplir las demandas frente al cambio climático, sin comprometer los recursos naturales para las futuras generaciones”.
Bajo esta mirada, las provincias de Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur, en convenio con organismos provinciales y privados, conforman una red con más de 50 estaciones meteorológicas automáticas, que recaba datos de la región. Esta información es procesada por el INTA Chubut y publicada en el Sistema de Información Patagonia Sur (SIPAS).
“Fue creado con el objetivo de responder a necesidades y demandas de gobiernos provinciales y locales y de usuarios sectoriales para mejorar la disponibilidad de información climática, meteorológica, hidrológica y ambiental utilizada en la toma de decisiones, con acceso a través de bases electrónicas de consulta en tiempo real”, analizó Colombani.
Alertas sanitarias para cultivos
Entre sus aplicaciones, los datos agrometeorológicos fueron el sustento para construir los modelos de Fusariosis de la Espiga del Trigo (FET) y de la sarna de los cítricos, los primeros que se incluyeron en el sistema de alerta de enfermedades de cultivos, desarrollado por Nazareno Martín, Malvina Martínez y Ricardo Moschini, especialistas del Instituto de Clima y Agua del INTA.
Se trata de “una plataforma de software, cuyo objetivo es aplicar diversos modelos de enfermedades de cultivos que resultan de una trayectoria de investigación en la temática”, explicó Moschini. Los modelos se basan en variables meteorológicas calculadas a partir de registros diarios de temperatura máxima y mínima, precipitación y humedad relativa.
De esta forma, “el sistema de información aporta al control racional de muchos patosistemas por razones económicas y ecológicas”, afirmó el investigador, quien ponderó el carácter público y gratuito de los datos. Desde el sitio, pueden descargarse informes técnicos en formatos de archivos estándares y, además, acceder a la visualización gráfica y cuantitativa del resultado de los modelos de enfermedades tratados.
Inundaciones y crecidas
Cuencas de llanura, como la del río Paraná, y zonas del Delta del Paraná son áreas de fuerte actividad agropecuaria y proclives a inundaciones y crecidas. Para anticipar estos eventos climáticos, el INTA junto con otras entidades nacionales y extranjeras genera información que permite construir o validar modelos hidrológicos y diseñar mapas de susceptibilidad hídrica.
Para Eduardo Flamenco, especialista en recursos hídricos del INTA, estas herramientas “pueden anticipar crecidas e inundaciones con antelación de horas a meses”. Las alertas, a disposición de los productores a través de informes regionales y de la plataforma GeoINTA, indican el nivel de agua que puede alcanzar un río y las áreas propensas a inundarse.
Flamenco señaló que, en algunos casos, las alertas incluyen “comparaciones con crecidas históricas que ayudan a las autoridades a determinar en qué medida serán afectadas las zonas rurales y urbanas”.
Gracias a este trabajo, “la alerta temprana realizada en la cuenca del río Arrecifes en agosto 2015, hizo que autoridades locales avisaran a la población para su evacuación y el retiro de animales de las áreas bajas anegables”, ejemplificó Flamenco.
De igual modo, “el haber informado en septiembre de 2015 sobre las crecidas que ocurrirían entre octubre 2015 y marzo 2016 en la cuenca del río Paraná, ha permitido actuar con tiempo y rescatar muchísimas cabezas de ganado de las zonas de islas en su tramo medio e inferior”, añadió.
Alarma contra heladas
A la salida del invierno, los cultivos de durazno y arándano ubicados en el noreste de la provincia de Buenos Aires se vuelven susceptibles a los descensos térmicos que ocurren en la zona. Desde hace 18 años, el INTA San Pedro brinda un servicio de alarma gratuito para el control de heladas y, mediante este sistema, los productores suscriptos reciben mensajes con información meteorológica actualizada que les permite tomar mejores decisiones de manejo, reducir costos por la puesta en marcha de los mecanismos de defensa y disminuir pérdidas productivas.
“A partir de 2011, se comenzó a difundir la información mediante mensajes de texto (SMS) y, en los últimos años, se incorporaron otros canales como WhatsApp, la web del INTA, Twitter y Facebook”, enumeró Carlos Zanek, responsable de Agrometeorología de esa unidad del organismo.
De acuerdo con el especialista, el sistema ofrece “información meteorológica de referencia vinculada con la ocurrencia de heladas –temperatura del aire, humedad relativa y dirección y velocidad del viento–, en la época del año –agosto y septiembre– cuando los cultivos se tornan sensibles al daño por dicha adversidad climática”.
Las alertas se realizan los días en que existe probabilidad de helada: comienzan a las 19 con el anuncio de que esa noche se brindará el servicio y, luego, continúan con partes desde las 21 hasta la 5 de la madrugada. Los datos son generados por las estaciones meteorológicas automáticas, ubicadas en el INTA San Pedro y en las localidades de Lima, Río Tala y San Nicolás.