El impacto ambiental de la producción agrícola reviste un creciente interés global.
Por eso, ArgenTrigo, en convenio con el INTA y el INTI, presentaron los resultados del cálculo de la huella de carbono de cuatro productos de la cadena de trigo argentina.
La conclusión alentadora del trabajo determinó que la cadena argentina del cereal tiene niveles de emisión de dióxido de carbono que se encuentran por debajo de los valores internacionales.
Para el análisis se determinó la huella de cuatro productos:
– 1 tonelada de grano de trigo a campo.
– 1 tonelada de trigo en el puerto de exportación.
– 1 kilo de harina.
– 1 kilo de pasta seca de sémola.
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Como resultado, se encontró que la huella de carbono de la producción primaria resultó:
– 146,5 kilos de dióxido de carbono equivalente por tonelada (kg CO2 eq/t) de trigo en la puerta del campo.
Considerando esta misma huella, según distintos niveles tecnológicos analizados, resulta en:
145,5 kg CO2 eq/t en el “nivel alto de tecnología”.
144,6 kg CO2 eq/t en el “nivel medio de tecnología”.
169,1 kg CO2 eq/t en el “nivel bajo de tecnología”.
A la huella del trigo en tranquera de lote se le suman 38 kg CO2 eq/t por el transporte para llegar al puerto de exportación (total de 184,4 kg CO2 eq/t de trigo en el puerto).
Por otro lado, en la industria, los resultados indican una huella de carbono de 343 gramos CO2 eq/kg de harina en el cliente del molino harinero.
A su vez, la huella de carbono de 1 kilo de pasta seca de sémola en el cliente del molino fideero resultó ser de 541 gramo CO2 eq/kg de pasta.
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CONCLUSIONES
Entre los resultados interesantes que destacan desde la entidad y los institutos es que la fertilización nitrogenada es el punto más importante sobre el cual se debe actuar para disminuir la huella de carbono a campo.
“Una de las maneras de lograr este objetivo, es la introducción de leguminosas en la rotación de cultivos”, citan.
El segundo punto en importancia para la reducción de la huella es el consumo de gasoil en los procesos de producción agrícola. Para ello, la clave es la elección del sistema de laboreo, así como del tractor adecuado y su mantenimiento, destacan los analistas.
Pensando a largo plazo, ejemplifican, una alternativa productiva potencial serían los cultivos perennes de trigo, ya que no sería necesario sembrar cada año.
Por último, enfatizan en que todas las estrategias orientadas a mejorar los rendimientos, van a disminuir la huella de carbono de la cadena del trigo. Esto puede transformarse en un incentivo para que cada vez más productores sumen mayor nivel tecnológico a su producción.