Un informe del CONICET reveló que la situación de conservación del yaguareté sigue siendo crítica en Argentina, y aseguró que si bien este año se dieron a conocer resultados de investigaciones que demostraron que las poblaciones en la provincia de Misiones empezaron a recuperarse gracias a grandes esfuerzos de investigadores y organismos de protección, el panorama en la región chaqueña es más adverso.
La confirmación de que a mediados de este año murió uno de los últimos ejemplares que habitan en las provincias de Chaco y Formosa –donde se estima que no hay más de 20 yaguaretés viviendo en su hábitat natural-, renovó el alerta. Investigadores del CONICET que trabajan con la especie advierten sobre la necesidad de incrementar las medidas de protección.
A través de comunicados que dieron a conocer días atrás las organizaciones de conservación Proyecto Yaguareté y Red Yaguareté, se confirmó que en 2017 murió uno de los últimos ejemplares de los que se tenía registro en las provincias de Chaco y Formosa. Después del hallazgo de una cabeza del animal en cercanías a la ciudad de Resistencia, se inició una investigación que movilizó a distintos grupos de científicos que estudian las características y el estado de conservación de la especie en Argentina.
Según explica el investigador adjunto del CONICET en el Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UnaM), Agustín Paviolo, en Argentina sólo existen tres regiones en las que se encuentran yaguaretés viviendo en condiciones naturales: las yungas salteñas, la selva misionera y el bosque chaqueño. “Aunque todas las poblaciones están muy disminuidas y se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, las que están ubicadas en estos dos últimas áreas del Nordeste son las más comprometidas, debido a una gran diversidad de factores que también tienen que ver con las propias condiciones naturales”, indicó.
Los datos que se obtuvieron tras relevamientos científicos en el área de la provincia de Misiones y zonas aledañas de Brasil revelaron que entre 2005 y 2016 se triplicó la población de yaguaretés y que hay alrededor de 90 ejemplares en su hábitat. En tanto, en la región chaqueña –que abarca a las provincias de Chaco y Formosa-, la situación en más grave, ya que se estima que no quedan más de 20.
Además de las huellas que se identifican en terrenos, los registros obtenidos a través de cámaras trampa son una de las principales fuentes que emplean los biólogos para conocer cómo y dónde habitan los yaguaretés que sobreviven en la selva. “En los últimos años se hicieron relevamientos en superficies muy extensas, tanto de la selva misionera como del bosque chaqueño, pero no hay registros fotográficos en Chaco y Formosa, lo que demuestra que la situación es gravísima”, señala otro de los científicos del CONICET que se dedica a estudiar esta especie y también se desempeña como investigador adjunto en el IBS, Carlos de Ángelo.
Los buenos resultados obtenidos en Misiones, destacan tanto Paviolo como De Ángelo, fueron posible gracias a los esfuerzos sostenidos de distintas instituciones -CONICET, ONGs, organismos estatales, entre otros-, que permitieron el diseño y el desarrollo de distintas políticas de protección de la especie. En la zona del Chaco, la crítica situación exige un mayor compromiso por parte de los sectores involucrados.
Conservar y hacer crecer las poblaciones de yaguaretés no es una tarea sencilla, tanto en Argentina como en otros países de Sudamérica, ya que gran parte del hábitat de este felino se perdió por el crecimiento de las ciudades y las prácticas productivas a gran escala. Sin embargo, distintos grupos de investigadores del CONICET localizados en diferentes provincias siguen trabajando en la investigación de la especie, abarcando desde aspectos básicos de su ecología hasta sus características genéticas, a fin de encontrar alternativas que permitan conservarla y evitar su extinción.
“El objetivo final de nuestro trabajo como científicos es lograr que toda la información que generamos a través de estas investigaciones pueda ser utilizada por los tomadores de decisiones, para que se puedan adoptar las mejores estrategias que permitan conservar a esta especie, que tiene un rol clave en el ecosistema”, finalizó Carlos De Ángelo.