Los alambrados en Argentina han tenido una importancia inconmensurable para la producción agropecuaria, los mismos que han servido para proteger a las vías férreas y caminos del país, de ahí que todos los conocemos por muy de la ciudad que sea la persona. Todavía se alambra por primera vez en algunos caminos y establecimientos rurales.
Los cercados han existido en estos lugares ante de la aparición de los primeros alambrados en la época de Rosas y la primera estancia que se alambro en su perímetro en donde esta el aeropuerto de Ezeiza, es decir que no se delimito ni se delimita solo con alambrados, existieron y existen aunque muy escasos otros elementos. Pero lo mas usual y abundante es el alambrado tal cual lo vemos a la vera del camino.
La gran mayoría de los alambrados han sido realizados por alambradores de oficio, es decir gente que se dedica a esa actividad solamente, ya que otras personas que saben como hacerlo también lo han hecho y hacen.
Es uno de los trabajos mas pesados del quehacer agropecuario, no cualquiera puede ser alambrador y peón de alambrador, la mayoría no son ni fueron empresarios son contratistas de trabajos rurales entre comillas.
La geografía argentina es una de las mas grandes del mundo y tiene estancias inmensas. Las grandes distancias dentro del mismo establecimiento hacen necesarios los campamentos para los alambradores ya que les es incomodo el uso de las instalaciones del establecimiento. Una de las características y necesidades del campesino en general es el de ser un trabajador instalado, de ahí la importancia de los campamentos.
Un campamento criollo donde el fogón tiene real importancia, se ven tiznadas pavas y el mate brilla, exige disciplina para que la excelencia de la naturaleza continúe con las personas que han acampado.
Un campamento por muy rustico que sea esta muy lejos de ser lo que se denomina “trabajo esclavo”, al contrario, un gran estanciero se sentiría feliz de llevar a un campamento de alambradores , a algún empresario europeo de visita, la experiencia seria como de un safari, como bien decía el héroe y ex presidente Frances De Golle; no es cuestione de fortuna sino de distinción, y la persona humana que recibe siempre la influencia de la naturaleza argentina fuera de las zonas urbanas es distinguida, con mas razón para un hombre de mundo.
No solo los ricos podrían gozar de una tardecita a la orilla del fogón con los alambradores tomando mate o alguna tasa de vino, si es que no se los invita a un asado para la cena, también los peones, capataces, gente de acaballo pueden acercarse a compartir un momento, cuando los alambradores dejan la linea para descansar.
El alambrador antes de ir al lugar donde hará el alambrado , le deja plata a las mujeres de sus hombres en los pueblos y los lleva en su chata o la de las estancias, elige un buen sitio para acampar, cerca o en un molino si se puede, al llegar la gente limpia bien el terreno con las palas haciendo un patio grande, se arman las carpas y/o se acomodan las casillas y ahí empiezan una seria de múltiples actividades y vivencias que los hace gente instalada para alambrar.
El trabajo en si es duro pero la experiencia lo hace agradable, no espera el alambrador tener 21 años para aprender el oficio, mucho antes se va preparando.Como todo campesino es ingenioso , así por ejemplo si se le acaba el alambre blando para grampear , usa un alambre viejo de alta resistencia, lo mete al fuego y así tiene alambre blando. Las hazañas que un alambrador ha hecho y hacen a lo largo y ancho del país son asombrosas, al igual que hacheros y oficios donde el ser humano lidia con las fuerzas de la naturaleza desde una víbora de la cruz, un jabalí, un tigre, hasta una tormenta peligrosa, la intemperie, la distancia , siempre. siempre, siempre, tan peligrosa para la persona humana si se es pobre.
El peón de estancias que recorre los alambrados tiene en las californias una herramienta útil y el nombre CALIFORNIA es muy popular entre cantores y campesinos añorantes que viven en la ciudad, pero el alambrador las tiene en sus cajas de herramientas y no brillan como las tenazas, tijeras de cortar alambres, palas, pisones, maquina de estirar alambres, martillos , formones, hachas, mechas, taladros.
El alambrador como el alambrado que se ve es el tradicional, aunque existe lo moderno, salvo excepciones, no pasan de ser ensayos, y algunos y a han perecido.
El alambrador ha dejado su huella en el país, se la ve, es una obra monumental, en este aspecto ha tenido mas suerte que el hachero del que nadie se acuerda aunque su hacha paso antes en grandes zonas para que el campo fuera apto para la producción agropecuaria. A lo sumo quedan de él restos en los cementerios que dejo la forestal, y aunque es otra historia, el país debería ser justo, consecuente y deferente con esos lugares que están en propiedades privadas en muchos puntos de la re guion chaqueña.
Un alambrador de fuste aunque pobre es muy libre y sus andanzas nos hacen recordar al antiguo resero, casi todos ellos trabajaron y trabajan en negro, podría afirmar que la gran mayoría de los alambrados se hicieron en negro.
¿Podemos decir negro a lo que es blanco?, los parámetros y mentalidad urbana no encajan con la ruralidad y menos con lo campero, no es el hachero, el que mata el palque, el canoero, el esquilador el que tiene que adaptarse a la ley, es la ley la que se tiene que adaptar a ellos que le prestan un servicio al país como toda persona que vive fuera de las zonas urbanas afianzando la soberanía nacional como un gendarme o un militar, pues casi todos los argentinos viven en la urbanidad. Ellos son herederos de los campesinos pobres de ayer que formaron los ejércitos de la patria para su libertad y existencia y merecen reparación histórica y humana pues a fines del siglo XIX y principios del XX el trabajo y vida de ellos fue inhumano.
Son pocos en proporción (rural disperso para los censos) y todos los argentinos los quieren; el legislador debe ser sabio y aprovechar esto , usar parámetros no urbanos para las leyes, usar parámetros republicanos, tema inmenso del que no podemos extendernos por ahora pero lo mencionamos para no quedarnos en descripciones y quejas sino aportar soluciones o señalas que ellas podrían estar.
Por Jorge Cuadrado. Técnico Superior en Administración Agraria y autor de los libros “El Arte de Alambrar” y “El Gaucho en el Bicentenario Argentino”.