La cosecha de soja en nuestro país rondaría alrededor de unas 58 millones de toneladas. Mientras que por el lado del maíz, serán poco más de 25 millones de toneladas, de acuerdo a distintas estimaciones.
Ahora bien, para no perder rendimiento dentro del lote, es necesario ajustar los cabezales y las cosechadoras para no perder granos. Por este motivo, Infocampo dialogó con Rubén Roskopf, técnico del Inta Pergamino especialista en maquinaria agrícola y aseguró que “en soja, atentos a la barra de corte; en maíz a las placas espigadoras”.
En ese sentido, los datos obtenidos por el Instituto de tecnología agropecuaria indican que en el caso de soja las pérdidas promedio de la producción argentina ronda los 141 kilos por hectárea, cuando la tolerancia debería ser de no más de 80 kilos. Para maíz la situación no es mejor, pues se superan considerablemente los límites de 150 kilos de pérdida por hectárea. A su vez, el técnico resaltó que “alrededor del 70% se dan ahí y más específicamente mucho de ello está vinculado con la barra de corte”.
Roskopf recomendó prestar mucha atención a los pontones y cuchillas, “tenemos que revisarlo cada mañana, y reemplazar aquellas cuchillas que están gastadas o con dientes saltados (…) En la medida que no corte bien la planta y la desgarre se van a caer chauchas y granos al piso que el cabezal no va a poder tomar”. Pero más allá de esta cuestión específica, Roskopf comentó que desde hace unos años se viene apreciando otro problema importante vinculado al cuidado de la maquinaria, y el mismo está relacionado con el avance de malezas resistentes en el cultivo de soja.
“Ese avance prácticamente sigue el patrón de inicio de la cosecha, esto es una fila de plantas que se ven en el ingreso del lote y que lo más probable es que hayan salido de la cola de la máquina”, apuntó el técnico del Inta.
A la hora de brindar otras recomendaciones, Roskopf subrayó que “es absolutamente necesario limpiar exhaustivamente la cosechadora al pasar de un lote a otro. Vaciar completamente la tolva y aplicar una metodología que consta de usar un fardo, desmenuzarlo e introducirlo en la cosechadora desde el extremo del cabezal, para que en su avance con los mecanismos de trilla y separación activados, vayan barriendo esas pequeñas malezas que quedaron en la cosechadora y salen por la cola de la máquina. Eso lo podemos hacer en un camino y antes de entrar al lote limpiamos bien cosechadora y tolva. Otra opción es eliminar el primer indicio de cosecha que viene en la tolva no destinándolo al lote sino en otro sitio para descartarlo”.
Por último, el técnico destacó que “trabajar de forma eficiente reduce al máximo las pérdidas en cosecha y aumenta la rentabilidad”.
Cuestiones a saber para el maíz
Para el caso de maíz, también allí las pérdidas superan el límite y también surgen desde el cabezal, pero a diferencia de la soja surgen por una mala regulación de las placas espigadoras. “Muchas veces –dijo Roskopf- están muy abiertas entonces al caer allí se produce el desgrane, la rotura y se pasa la espiga por debajo y se dan así grandes pérdidas. Pensemos que una espiga que se cae y desgrana, en promedio, de tamaño normal, nos hace perder 150 gramos de maíz”.
Por Alejandro Besana, Semanario Infocampo