Aceptado todo lo dicho, la pregunta hay que formularla al revés, o sea: ¿cuándo se justifica incorporar un nuevo colaborador en el equipo humano de mi empresa? Pregunta que no tiene una respuesta sencilla ni obvia. Tratemos de elaborar una respuesta que no sea “de libro”
Cuando el negocio es suficientemente pequeño y todos los eventos de la gestión pueden “caber en mi memoria”, no hay dudas de que nada hay más eficaz y rentable que dirigir uno mismo las operaciones. Entonces todas las decisiones productivas, comerciales, administrativas, logísticas y financieras quedan en el cerebro del manager. El problema surge cuando se hace evidente que tomar estas decisiones “es demasiado” para una sola cabeza.
Normalmente la primera respuesta es buscar el asesoramiento de especialistas que nos ayuden a pensar las decisiones del negocio en las que nos sentimos más desamparados. Aparecen así figuras muy habituales en las empresas agropecuarias: los ingenieros agrónomos, los veterinarios, los contadores y los abogados. Pero muchas veces esa ayuda también es insuficiente para resolver las tareas y cierta estructura propia se hace necesaria
En general hay dos indicadores que nos avisan sobre la necesidad de crear cierta estructura: los baches en el conocimiento de asuntos técnicos y la incapacidad de resolver la carga de trabajo acumulada.
Es frecuente que se intente resolver el problema del atraso y desborde operativo con el inmediato aumento del número de empleados. Esta suele ser una trampa en la que caen muchos empresarios que no advierten que el exceso de carga de trabajo puede estar originado en otras razones que no son la falta de personal, como la falta de buenos sistemas administrativos o por malos procesos. En estos casos sumar más personal ayuda poco. En realidad la buena administración de una empresa descansa simultáneamente en tres factores: gente, sistemas y procesos, y un factor no compensa los otros.
La segunda “trampa” que suele ocurrir es la contratación del personal menos calificado y más barato posible para que se encargue de “actualizar el trabajo pendiente”. Contratar personal de baja formación y potencial es un severo error, sobre todo cuando el equipo humano es pequeño. La “mano de obra no calificada” agrega muy poca capacidad de gestión y no resuelve el problema de conocimiento, que es una condición indispensable para una buena administración y operación.
Así como la acumulación de trabajo es fácil de advertir la carencia de conocimientos suele ser más difusa. ¿Cómo detectar que nuestro equipo no sabe lo que tiene que saber? Un indicador bastante seguro de esa carencia es el sentimiento de que “tengo empleados pero no puedo delegar nada en ellos” que es tan frecuente en el sector. Muchas veces los empresarios quedan presos de un círculo vicioso: no invierten en buenos equipos técnicos y luego no pueden delegar decisiones en ellos.
Contratar cinco operadores mediocres puede requerir el mismo presupuesto que contratar tres buenos, nuestra recomendación es siempre elegir el talento. Hay que dejar que la gente talentosa organice y optimice sus tareas y genere economías con su ingenio. Delegar solo es sensato cuando quien recibe la responsabilidad es capaz de ejecutarla con igual o mayor eficacia que quien delega y esa condición requiere indispensablemente contar con gente talentosa.
En resumen, es bueno para nuestras organizaciones formar equipos de trabajo altamente competentes que nos ayuden a encontrar cada día la mejor forma de hacer las cosas, a mejorar la calidad operativa, a aprender de los errores y a liberar el tiempo suficiente para que los empresarios nos dediquemos a aquello que no podemos delegar: gobernar estratégicamente nuestro negocio.
Por Luis Galeazzi
Socio Director de Consultoría
Barrero & Larroudé