Los chicos miran, a través de microscopios, las formas de las bacterias que afectan la calidad del agua y luego dibujan aquello que les quedó del taller en papeles que pueden llevarse a su casa. Son las actividades de la capacitación que siguió a la instalación de los filtros microbiológicos que, de la mano del INTA, la empresa social Proyecto Agua Segura colocó en 232 instituciones durante 2017. El trabajo permitió que 10.907 chicos de escuelas rurales y centros comunitarios de 12 provincias del país accedieran a agua potable.
“El INTA conoce la zona, tiene una vinculación muy estrecha con las escuelas y debe ser el nexo con otros organismos que facilitan la provisión de filtros o de otros artefactos que ayuden a la calidad de vida”, reconoció Julio César Ávila, técnico de la agencia de extensión rural del instituto en la ciudad de Banda del Río Salí
Lo particular de la visita a los parajes de Burruyacú fue la presencia convocante del conductor Julián Weich, cofundador del Proyecto Agua Segura, una empresa social que trabaja para dar soluciones concretas ante la crisis del agua en el país.
La principal labor de esta organización apunta a trabajar con escuelas rurales, centros comunitarios y hogares para que accedan a agua segura, a partir del diseño de una cadena de valor junto con los sectores público y privado y la sociedad civil. Con esta finalidad, técnicos del INTA acompañan la tarea y facilitan la llegada del proyecto a las escuelas y centros de la región.
De sencillo armado y manejo, los filtros implementados facilitan que el agua de fuentes sin tratamiento se transforme en apta para consumo humano. Técnicos del INTA Famaillá y voluntarios de Tarjeta Naranja participaron del encuentro celebrado en las escuelas.
Según datos de la OMS, en la Argentina 6,7 millones de personas beben agua directamente de pozos, ríos o arroyos sin ningún tipo de tratamiento.