Las arañas albañiles son unas de las especies más enigmáticas de la fauna argentina: una especie fue descripta por primera vez en 1975 y sólo se las ha observado ocasionalmente en regiones específicas de los sistemas serranos de Ventania y Tandilia, en la provincia de Buenos Aires, indicaron desde la Agencia CyTA-Instituto Leloir.
Ahora, un detallado análisis del hábitat de estos arácnidos sugiere que están expuestos a amenazas ambientales que podrían reducir su población e incluso afectar su supervivencia en los próximos años.
“El rol específico de esta especie dentro del ecosistema aún es desconocido, pero es importante tener en cuenta que muchas arañas actúan como controladores naturales de insectos plagas”, alertó el doctor Nelson Ferretti, del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE), que depende del CONICET y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) a la Agencia CyTA-Instituto Leloir.
La araña albañil, cuyo nombre científico es Calathotarsus simoni, se llama así porque construye cuevas con tapas, en las que se esconden con disimulo durante el día. De hábitos nocturnos y unos 12 a 20 milímetros de longitud, resulta muy difícil poder encontrarlas, incluso para el ojo experto o entrenado. Los machos tienen una característica coloración naranja-rojiza, pero, aun así, son más difíciles de visualizar o capturar, quizás porque su expectativa de vida es menor. En una campaña reciente, los científicos hallaron 30 ejemplares adultos y todos eran hembras.
En el nuevo estudio, publicado en la revista “Biodiversity Data Journal”, Ferretti y sus colegas recopilaron toda la información sobre la especie y advirtieron que las arañas albañiles habitan en forma exclusiva en lugares de ambos sistemas serranos que presentan determinadas características ambientales: son sitios de mucha humedad ubicados en laderas pronunciadas, entre los 500 y 1500 metros sobre el nivel del mar, y donde existen ciertas especies de musgos sobre el sustrato donde construyen sus cuevas. Sumando las cuatro zonas en que fueron halladas las poblaciones de estas arañas, el área de ocupación es de apenas 16 km2.
“El área donde se distribuye es muy pequeña. Y si es posible que estén bajo algún grado de amenaza, esto puede comprometer fuertemente el futuro de las poblaciones y conducir a una probable extinción de las mismas”, alertó Ferretti en diálogo con la Agencia CyTA-Leloir.
De acuerdo con los investigadores, los factores que amenazan a estas arañas son la invasión de su hábitat por pinos y otras especies exóticas, tanto animales como vegetales, así como la modificación del ambiente por la urbanización, el turismo, la agricultura y la ganadería.
El próximo paso, señaló Ferretti, será categorizar a la especie según las normas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), de modo tal de poder monitorear mejor la evolución de estas poblaciones e implementar acciones para su preservación.
En el trabajo también participaron Gabriel Pompozzi, de la IUCN y becario del CONICET en el Instituto de Ciencias Biológicas y Biomédicas del Sur (INBIOSUR, CONICET-UNS), en Bahía Blanca; y Pedro Cardoso, del Museo de Historia Natural de Helsinki, en Finlandia, y también de la IUCN.