Se trató de una historia triste la que determinó la realización de esta obra maestra que inspiró, en 1977, a que Pedro Martín Ureta a plantar 7.000 árboles (entre eucaliptos y cipreses) con forma de guitarra, en campo de General Levalle, en Córdoba.
Es que ese año, Ureta perdía a su esposa, Graciela Yraizoz, dando a luz a quinto hijo. Ya que ella amaba las guitarras y soñaba que una parte del campo en el que vivían tuviera esa forma, él decidió homenajearla haciendo esta obra, a partir de 1979, junto con sus hijos.
Recientemente, otra triste noticia dejó en silenció a esa localidad: es que Ureta falleció recientemente a los 79 años.
En su obra y la de sus hijos, se puede ver cómo los cipreses forman el contorno de la guitarra y el agujero sonoro, mientras que hermosos eucaliptos azules representan las cuerdas.
Sin dudas, el movimiento de las copas de esos 7.000 árboles harán los acordes y la melodía que siempre recordará a esta pareja.