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A 2.300 metros de altura, los papines andinos abren un surco productivo en la cordillera mendocina

Un emprendimiento de papines andinos comenzó con muy pequeña escala en Mendoza hace ocho años y hoy ya se convirtió en un desarrollo que integra numerosas variedades y un importante horizonte de negocio.

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“Todo esto esto empezó hace 8 años, con un viaje a Perú, cuando con un amigo donde conocimos una diversidad de papines andinos muy atractiva en colores, sabores y texturas. Y noté que esto no estaba desarrollado en Argentina”.

La frase pertenece a Eduardo Barraud, quien junto a Raúl Robles llevan adelante Quipu Cultivos Andinos, un emprendimiento de papines peruanos que hoy ya tiene más de 25 variedades en producción, que se cultivan en territorios mendocinos y se comercializan en el cordón central del país.

Según Barraud, al comenzar a averiguar sobre este cultivo ancestral, encontraron a un productor -Ramón- que en Uspallata sembraba algunos surcos para uso familiar.

“Desde ese entonces, comenzamos con la producción de dos surcos y tres variedades. Al año siguiente, hicimos ocho surcos y crecimos de tres hectáreas a ocho y nos mudamos de Uspallata a
Tupungato”, agrega Robles.

QUÉ SON LOS PAPINES ANDINOS

Este tipo de variedad de papas se caracteriza porque tienen una alta demanda de altura, además de amplitud térmica, vientos, y sanidad de la tierra, a fin de evitar contaminación.

Técnicamente, la altura hace que la planta se estrese y por eso da tubérculos más chicos y de colores.

Hoy Quipu siembra 18 variedades de papines andinos y seis de oca (una papa más alargada y dulce) en Uspallata y en La Carrera (Tupungato), a 2.300 metros de altura.

En este marco, vale mencionar que el año pasado se incorporó a Mendoza en el “mapa” nacional de productores de papas andinas, lo que constituyó toda una novedad ya que hasta hoy solo incluía al NOA.

PRODUCCIÓN FAMILIAR

En la actualidad, Barraud y Robles cuentan que son cuatro familias que se encuentran unidas y dedicadas al papin peruano en la Cordillera de los Andes, específicamente en Tupungato.

“Es un proyecto muy chico y en el que hacemos todo a pulmón. Recuerdo que el primer año fueron tres surcos, el segundo 20 y así fuimos creciendo poco a poco. Sembramos, cosechamos,
lavamos y seleccionamos manualmente cada una de las papas que llegan al consumidor”, subrayan.

Y agregan: “Para nosotros las papas andinas constituyen un importantísimo recurso, cultivado y conservado durante cientos de años. Con el mantenimiento del cultivo persisten también los usos, las costumbres y las tradiciones ligadas a su riqueza de formas y colores que se funden con las tonalidades de las quebradas andinas”.

En este marco, cabe recordar que la papa es uno de los cultivos más importantes del mundo: se ubica cuarto como el alimento más consumido.

“Elegimos nuestro nombre, QUIPU, para reivindicar el valor de las culturas originarias de estas
regiones. El quipu fue un instrumento de almacenamiento de información hecho de cuerdas de
lana o de algodón trabajados con nudos. Las antiguas civilizaciones andinas lo usaban como un
sistema de contabilidad del cultivo y almacenamiento de relatos épicos de los Incas difuntos y
también como un sistema gráfico de escritura”, completa Eduardo Barraud.

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