“Los indicadores disponibles no muestran un deterioro suficiente como para inferir el desarrollo de una crisis generalizada en el sector”, calificó el Instituto de Estudios (IERAL) de la Fundación Mediterránea, al publicar un informe en el que aborda la situación de rentabilidad que vive el agro argentino, luego de la preocupación generalizada ante los “default” presentados por Los Grobo y Surcos.
“El debate es si se trata de casos puntuales de compañías con debilidades de gestión que derivaron en problemas de liquidez (y/o de solvencia) o si son la punta de un iceberg que esconde una crisis más sistémica”, reconoció el IERAL en su reporte, elaborado por el investigador Franco Artusso.
Pero agregó: “Los indicadores disponibles no revelan el desarrollo de una crisis generalizada, al menos no en el corto plazo. Pero en el actual contexto, de precios deprimidos y moneda fuerte, un revés climático que afecte los rendimientos podría ser crítico, particularmente para productores que trabajan sobre campos alquilados”.
¿SE VIENE UNA CRISIS GENERALIZADA EN EL AGRO?
“¿Hay elementos como para inferir problemas financieros generalizados en el sector?”, se pregunta Artusso y una primera respuesta surge de un gráfico que muestra el valor de la cosecha de soja y maíz no comercializados a fines de diciembre de los ciclos agrícolas 2005/06 a 2023/24, todo a precios FAS Rosario en dólares reales (ajustados por inflación USA).
Desde el punto de vista del IERAL, se entiende que situaciones financieras “estrechas” llevarían a productores a desprenderse de un porcentaje más elevado de la producción que poseen en stock, pero es algo que no se observa en el ciclo 2023/24.
El precio de la soja y una comparación “que duele” contra Brasil
“Nótese que el valor consolidado de la cosecha de soja y maíz aún no comercializada al mes de diciembre es uno de los más altos de los últimos años y de hecho es el cuarto más alto de los últimos 19 ciclos agrícolas. Esto estaría indicando que, aún con precios en mínimos históricos el primer eslabón de la cadena ha tenido, al menos hasta el momento, respaldo como para no desprenderse de forma masiva de los granos que posee en stock”, subraya el reporte.
Del mismo modo, tampoco se encuentran señales de alerta cuando se mira la tasa de irregularidad de los créditos a la actividad agrícola (entidades financieras reguladas por el BCRA). “Más bien, todo lo contrario”, destaca el estudio.
Este indicador mide el porcentaje de los préstamos totales al sector (en moneda local y extranjera) que cuentan con al menos 31 días de morosidad.
El último dato disponible (tercer trimestre 2024) luce muy positivo: la morosidad cayó intertrimestral por cuarta vez consecutiva y se ubicó en apenas 2,8% del total de los préstamos, un valor muy similar al promedio nacional y que constituye el registro más bajo de los últimos 27 trimestres en la actividad (desde el cuarto trimestre 2017 no se observaban valores tan bajos).
Para completar, “la importación de agroinsumos, de acuerdo con los registros de INDEC, en 2024 cayeron los precios medios y aumentaron las cantidades importadas haciendo que los valores totales de importación (precio CIF) aumenten 8,9% interanual”.
De manera puntual, las cantidades importadas de fertilizantes nitrogenados aumentaron 26,6%, las de fertilizantes fosfatados un 15,9% y el conjunto de los agroquímicos (herbicidas, fungicidas, insecticidas) creció un 21,8%; pero e este último caso el precio medio de importación cayó significativamente (-17%) haciendo que el valor total importado prácticamente se mantenga a pesar de los mayores volúmenes (+1,1%).
“En síntesis, a pesar de la sequía del ciclo 2022/23, los problemas que generó la chicharrita del maíz en la campaña 2023/24, la caída de precios internacionales en el último año y medio, los indicadores disponibles no muestran un deterioro suficiente como para inferir el desarrollo de una crisis generalizada en el sector, al menos no en el corto plazo”, remarca el documento.
- Desde el punto de vista el IERAL, “las empresas declaradas en default en las últimas semanas parecen haber llegado a esta situación por debilidades propias, por exceso de toma de riesgo o deficiencias propias acumuladas de gestión económica (en los planos productivo, comercial y/o financiero), sin desconocer, por supuesto, que bajo un escenario macroeconómico más estable y una menor presión tributaria, alguna de estas compañías podría disponer de un mejor presente y haber logrado evitar la cesación de pagos”.
Más allá de esta aclaración, desde la Mediterránea recordaron que “el hecho de no haber señales de un inminente y generalizado colapso del sector, no debe hacer perder de vista la difícil situación por la que éste deberá atravesar este año”.
“En el actual contexto, un revés climático que afecte los rendimientos podría ser crítico para el sector, particularmente para productores que trabajan sobre campos alquilados y en zonas que vienen más castigadas por los eventos adversos de las últimas dos campañas”, cierra el informe.