El Laboratorio de Genómica y Marcadores Moleculares (LGMM) de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) trabaja desde 2019 junto al URUPOV, la cámara uruguaya que asocia a criaderos del país vecino para proteger la propiedad intelectual de las semillas.
El proyecto permite identificar la identidad varietal de semillas de soja con marcadores moleculares y pone a disposición esta técnica que utiliza herramientas biotecnológicas de última generación para el control de comercio.
Victoria Stewart, gerente de operaciones de URUPOV explicó cómo trabaja esta asociación en Uruguay junto al laboratorio LGMM para la identificación de variedades de soja, y por qué se ha convertido en una herramienta clave para la cadena semillera.
Sus beneficios hoy los aprovechan los agricultores, las empresas semilleras, los multiplicadores, el INASE de Uruguay y URUPOV.
URUPOV (urupov.org.uy) es una asociación civil sin fines de lucro, conformada por las principales empresas e instituciones dedicadas a la investigación, desarrollo, producción y comercialización de nuevas variedades vegetales.
SEMILLAS: VELAR POR LOS DERECHOS
Dentro de sus objetivos, está el de velar por los derechos de los obtentores vegetales. Uno de los servicios que brinda la entidad es el control del comercio de semillas en el mercado uruguayo.
Para ello, se realizan visitas a productores, plantas de procesamiento y distribuidores, y utilizan herramientas como imágenes satelitales, bases de datos y monitoreo de redes sociales para detectar la venta de semillas ilegales.
“Además se destaca el uso de marcadores moleculares, una herramienta espectacular para la identificación varietal. Antes, cada muestra de semilla de soja tenía que ser comparada fenotípicamente con un testigo a campo para comprobar su identidad”, indicó la vocera.
En cambio, dice que “los marcadores moleculares nos permiten saber rápidamente, con una precisión cercana al 99%, qué variedad encontramos en el lote”, explicó Stewart.
Hace algunos años, URUPOV puso a punto esta técnica para el cultivo de soja, mediante un acuerdo con el Instituto Nacional de Semillas de Uruguay, y desde 2019 trabaja estrechamente con el laboratorio LGMM de la FAUBA.
“Avanzamos en un proyecto junto al laboratorio LGMM, para poder contar con una matriz completa de todas las variedades de soja que se siembran en Uruguay y que no están presentes en Argentina. Con este objetivo, ya fueron indexadas en el laboratorio más de 100 muestras de variedades sembradas en Uruguay”, informó.
¿CÓMO ES LA METODOLOGÍA DE TRABAJO?
Se toman muestras de cultivo a nivel de campo y de semillas que los productores reservan para su uso propio. Luego se acondicionan, se codifican y se envían al laboratorio LGMM para su análisis.
“En unas dos semanas obtenemos los resultados con mucha precisión de cuál es la variedad que efectivamente se está reservando o está sembrada”, sostuvo Stewart. “Al cruzar esa información con nuestra base de datos, podemos saber si efectivamente el productor adquirió de manera legal la variedad sembrada”, añadió.
“Esta herramienta –insistió- también es muy utilizada por los agricultores y las empresas semilleristas, a efectos de poder corroborar la identidad varietal de sus lotes de producción previo a las siembras”.
El uso de marcadores moleculares en soja ha sido un antes y un después. Es una herramienta con una gran precisión, que permitió reducir tiempos y costos en el control del comercio.
“Antes, necesitábamos por lo menos un ciclo de cultivo para conocer los resultados. Ahora, con los marcadores moleculares, podemos obtenerlos en cuestión de días”, concluyó la investigadora.