La brecha de rendimientos en soja es uno de los obstáculos que impide al cultivo crecer en productividad.
El Seminario Acsoja 2024 abrió su ciclo de paneles con este tema y los números que se mostraron fueron por demás contundentes.
En este espacio también se analizaron dos temas que figuran en la agenda del cultivo: qué pasará con el poroto ante la caída del área maicera y la huella hídrica del cultivo.
BRECHA DE RENDIMIENTOS EN SOJA
En Argentina, actualmente existe una brecha de rendimientos en soja que gira en torno al 34% a nivel país; es decir que la producción promedio de la oleaginosa que se podría alcanzar es un 34% superior a la que se obtiene a campo.
Santiago Lorenzatti, miembro de Aapresid y socio de la consultora Okandu, presentó un trabajo en donde profundizó este análisis.
Para poner en contexto, calculó que la potencialidad promedio a nivel nacional del poroto es de casi 5 toneladas por hectárea, pero se llega a 3,2. Esto representa un 66% de su máximo potencial.
En la región núcleo, agregó que para soja de primera esta proporción se mantiene, pero el rendimiento potencial sube casi a 6 toneladas. En tano, para soja de segunda, la brecha crece al 38%.
“No hay previsibilidad y hay gran preocupación, pero el productor igual sembrará”
En el trabajo, Lorenzatti presentó un relevamiento del Grupo Don Mario en su red de ensayos y productores colaboradores. Se pudo apreciar que la brecha en Argentina es similar y la de la zona núcleo se ubica en el 26%.
Al momento de explicar esta diferencia de rendimientos, un 60% se debe al ambiente, un 23% por manejo y un 16% por la genética.
En los campos que asesora Lorenzatti, en una red de ensayos de seis años, tuvieron rendimientos de 27 quintales en los peores ambientes, de 37 en los medios y de 44 en los superiores en torno a 44 quintales. “En promedio, tenemos un rango por ambiente de casi 17 quintales”, indicó.
En cuanto a disponibilidad de agua, lograron rindes promedios de 32 quintales en años Niña, de 38 en neutros y de 42 en años Niño. La napa también fue decisiva: cosecharon 35 quintales promedios sin napa y 41 con napa, 6 quintales de diferencia.
En años Niña sin napa, obtuvieron 30 quintales por hectárea; con Niña y napa, 35; en año Niño sin napa 40 quintales y con napa 43. “Exploramos un rango de casi 13 quintales”, detalló.
ELECCIÓN GENÉTICA Y USO DE FUNGICIDAS
Por otra parte, las variedades con cinco o seis años de diferencia respecto de las más nuevas, comparadas con las más nuevas, rindieron un 4% menos en cuatro de los seis años evaluados. En determinados ambientes, fertilizando con fósforo y azufre llegaron a obtener respuestas promedio de un 14%, generalmente con un antecesor gramínea.
Respecto del uso de fungicidas, la respuesta dependió de la presencia o no de factores ambientales para que la enfermedad se desarrolle.
“Tenemos que aplicarla, pero previamente tenemos que conocer la fisiología y el cultivo, cómo es en este caso el hongo, cómo se comporta y las condiciones ambientales que median esa relación e intervenir cuando creemos que temporalmente eso va a coincidir y es la pirámide de enfermedad y ahí vamos a tener la respuesta”, explicó Lorenzatti.
Para achicar la brecha en soja, su recomendación pasó por mantener y mejorar el ambiente productivo mediante siembra directa, rotación de cultivos con diversidad e intensidad ajustada a la oferta hídrica, inclusión de cultivos de servicio, manejo de la nutrición y la fertilidad.
Lorenzatti consideró clave en este año -que se anticipa de Niña moderada o con escasas lluvias en la región núcleo- diversificar la fecha de siembra y las combinaciones con los grupos de madurez.
“Este año habrá que aplicar una estrategia defensiva y es clave tener en cuenta todas estas variables y hacerlas interactuar para achicar la brecha”, concluyó el especialista.
TECNOLOGÍAS EMERGENTES EN EL NORTE
Rafael Villagra Delgado -de Efficatia- se enfocó en la situación en el norte del país. Allí, debido a los daños producidos por el achaparramiento del maíz transmitido por la chicharrita en el ciclo pasado, la superficie del cereal bajará un 75% y se estima que la de soja crecerá en un 55%.
Y si bien todas las miradas están puestas en la caída de la superficie maicera, trajo a escena un dato que no es menor.
“Esto provocará un cuello operativo y logístico importante, aumentará mucho la presión de plagas, malezas y enfermedades de soja, en consecuencia, también las aplicaciones. Y, además, habrá un déficit nutricional, menor aporte de nitrógeno y menor contenido de materia orgánica en nuestros suelos”, analizó.
Con una proyección de U$S 286 por tonelada de soja a mayo 2025 y un rendimiento promedio de 2.800 kilos por hectárea para la región y de 3.000 como objetivo, advirtió que los márgenes rentables serán pequeños.
Desde hace cuatro años, Villagra lleva adelante aplicación de herbicidas con drones en todos los sistemas productivos, lo que le ha permitido hacer un ahorro de agua superior al 90% y del 70% de fitosanitarios, lograr una alta precisión de aplicación, eficientizar el manejo y hacerlo más sustentable, además de obtener una buena base de datos y trazabilidad.
Para eso, previamente se hace un relevamiento, identificación de malezas por textura, luego la prescripción y la aplicación.
LA HUELLA HÍDRICA
Pablo Fontanini, de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos, expuso acerca de la huella hídrica en soja en suelos de la región centro, tomando tres sitios puntuales: Marcos Juárez, Sibiondo y Paraná.
“La huella hídrica más eficiente se encontró en Marcos Juárez con 1.522 metros cúbicos por tonelada, que pasa a 1.600 en el departamento Iriondo de Santa Fe y a 2.585 en Paraná. Un poco menor en el caso de La Niña para Marcos Juárez”, compartió.
Fontanini sostuvo que “la Niña es el evento donde la huella hídrica se incrementa y ese aumento es del 60% con respecto a Córdoba y del 185% en relación al suelo en Paraná”.
Y concluyó: “En lo que es año Niño, que únicamente pude hacer la comparación entre el departamento de Iriondo y Paraná, vemos un incremento en Paraná del 38% de la huella, y siendo un Niño bastante interesante, el nivel de agua que brindaron las precipitaciones hizo que esa huella se redujera a valores similares a lo que tiene en promedio Marcos Juárez”.