A la hora de producir alimentos de manera natural, hay un reto crucial a nivel global, cuyo lema radica en ser eficiente desde lo productivo, reduciendo su impacto en la generación de gases de efecto invernadero.
Por ese motivo, parte de la lucha contra el cambio climático requiere de un conjunto de prácticas agrícolas responsables que -además de reducir su huella de carbono– contribuyan a lograr un futuro agroindustrial carbono neutral.
“Una actividad carbono neutral consiste en igualar las emisiones que hacemos de carbono con la captura a través de los distintos procesos productivos”, explicó el ingeniero agrónomo Gustavo Ferraris, experto de INTA Pergamino, quien participó de uno de los episodios de Sembrando Cambios, un podcast producido por ALZ-Agro.
En ese marco, el investigador en nutrición de cultivos, dijo que el proceso de fotosíntesis de las plantas permite capturar carbono y devolverlo al suelo por medio de la agricultura, una actividad que claramente tiene un potencial enorme a la hora de neutralizarlo.
“El nitrógeno y el carbono, son dos elementos que se emiten a la hora de realizar una actividad agrícola. El primero se elimina por volatilización, que es una pérdida que tiene un efecto ambiental pero también económico”, dijo.
Por ese motivo, las distintas prácticas de manejo que se fueron desarrollando a lo largo del tiempo logran que este elemento, que es móvil en el suelo, pueda ser aplicado en un momento determinado, con una fuente y en una localización que permita que sea absorbido de manera eficiente por los cultivos.
En el caso de la fijación de carbono, sucede lo mismo. No obstante, hay un gran potencial en la agricultura por medio de los vegetales para neutralizarlo.
“Todas las practicas de manejo que se realizan de manera habitual hoy están destinadas a transformar el dióxido de carbono en un sostén de los producto cosechables”, explicó Ferraris.
Es decir que las mejoras productivas que se fueron generando en la agricultura están de acuerdo con un balance de carbono mucho más equilibrado que en otras generaciones.
POR UNA AGRICULTURA “CARBONO NEUTRAL”
Los distintos ambientes, cuando pasan a la agricultura, aumentan la biomasa a través de la productividad y comienza a tener mayor capacidad de fijación de carbono.
“No es lo mismo una pastura implantada que un campo natural. O bien en el semiárido, cuando ingresa la agricultura, por ejemplo con maíz, logra producir fácilmente 20 mil kilos de materia seca en seis meses; esto nos deja en claro el rol que tiene la agricultura respecto a la mitigación del cambio climático”, sentenció Ferraris.
Por otra parte, los bioestimulantes orgánicos permiten producir de manera sustentable y en la actualidad, ocupan un lugar de privilegio a nivel mundial y encaminándose con muy buenas perspectivas en la Argentina.
“La agricultura argentina siempre fue pionera en sustentabilidad. Esto se basó en tres principios básicos: siembra directa, rotación de cultivos y fertilización balanceada. Respecto a la fertilización, inicialmente con los macro elementos, como nitrógeno y fósforo, y luego con los micro elementos y otros nutrientes importantes como calcio, magnesio, boro, zinc y azufre”, cuenta el especialista.
En ese sentido, admite que los bioestimulantes llegaron como una especie de “tercera generación”, que se suman a los anteriores.
“Los bioestimulantes son un paso medio entre la fisiología y la nutrición, son moléculas que mejoran claramente el crecimiento vegetal y apuntalan el cultivo en etapas claves”, insistió Ferraris.
Entre los beneficios que logran estos productos biológicos, se destaca la mejora en la implantación, la tolerancia a los herbicidas y permiten una mejora en la fisiología de tolerancia al estrés, entre otras cuestiones sustanciales.
LA CONVIVENCIA FUTURA
Según Ferraris, existe en la agricultura una convivencia entre productos biológicos y de síntesis química.
“La reposición de nutrientes es un proceso necesario para no lastimar el suelo. Entonces, los fertilizantes minerales siempre van a existir. La reposición de fósforo, de potasio, es una necesidad que se hace en toda la agricultura”, sostuvo.
Así, los estimulantes de origen biológico son una alternativa a los fertilizantes minerales sintéticos para mejorar el crecimiento de las plantas de forma natural, sin desnaturalizar los componentes básicos, con el objetivo de aumentar la productividad.
No obstante, el conocimiento es una lupa que se vuelve cada vez más precisa y permite hilar más fino. En la producción agrícola, el foco de esa lupa está puesto en la búsqueda de mayor sustentabilidad, y una de las variables en ese sentido es el desarrollo y utilización de biofertilizantes y bioestimulantes.
“Los biofertilizantes hacen referencia a fertilizantes que tengan que ver con lo biológico y con lo orgánico. Es un término bastante amplio, puede incluir productos de muy diferente origen, pero en la actualidad se está utilizando el término más específicamente para referirse a productos de origen biológico especialmente diseñados para su aplicación sobre cultivos agrícolas”, concluyó Ferraris.