Luego de 28 años de mediciones y experimentación en el módulo de riego del INTA Manfredi, en Córdoba, los especialistas concluyeron que todos los cultivos incrementan su rendimiento por la acción de la irrigación complementaria.
Según los cálculos arrojados por el experimento de larga duración, hubo alzas de 115% en trigo, 51% en maíz y 28% en soja.
Para los investigadores, el seguimiento del contenido de agua en el suelo es una estrategia fundamental que permite regar de manera eficiente abastecer las necesidades de los cultivos cuando no alcanza el agua de lluvia.
Además, observaron que el 80% de las lluvias se concentran en el semestre octubre-marzo, al tiempo que existe más del 50% de probabilidades de registrar déficit hídrico en todos los meses del año, lo que limita y condiciona los rendimientos de trigo, así como de los principales cultivos de verano, como la soja y el maíz.
EL IMPACTO DEL RIEGO EN LOS CULTIVOS
“Luego de 28 años de estudios observamos incrementos de rendimiento por el riego para todos los cultivos, del orden del 115 %, 51 % y 28 % para trigo, maíz y soja respectivamente”, indicó Aquiles Salinas, especialista en riego y director del Centro Regional del INTA Córdoba.
A su vez, detalló que “la mayor respuesta de rendimiento en trigo bajo riego respecto a secano se explica por la ocurrencia del ciclo de este cultivo en un período del año con escasas precipitaciones, debido al régimen de lluvias típico de la región”.
En este marco, también amplió que el riego suplementario surge como una tecnología que permite suministrar agua a los cultivos durante períodos de déficit hídrico y posibilita mejorar los rendimientos y disminuir la variabilidad interanual de los rindes.
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Según explicó Salinas, si bien la incorporación de la siembra directa (SD) y tecnologías de manejo asociadas en Córdoba permitió incrementar los rendimientos de los cultivos y la producción agrícola a lo largo de los años, la producción de secano se encuentra limitada por la disponibilidad de agua, debido a la alta variabilidad en la cantidad y distribución de las precipitaciones.
Por ese motivo, recordó que “en 1996 se instaló en INTA Manfredi un módulo de riego con fines experimentales y demostrativos para proporcionar herramientas al productor regante de la región que sirvan para maximizar la productividad de la empresa agropecuaria”.
A raíz de ello, especificó que desde la instalación del sistema, todos los años se realizaron mediciones de precipitaciones, riegos, contenido de agua en el suelo a la siembra y cosecha, rendimiento en grano, consumo de agua y eficiencia de uso de agua (EUA, calculada como los kg de grano producidos por mm de agua consumido) de los cultivos regados.
RENDIMIENTOS ESTABLES
Al cabo de 28 años de mediciones y experimentación ininterrumpidas, determinaron que en esta región de Córdoba, la precipitación media anual es de 757 milímetros (período 1931-2023).
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En conclusión, Salinas destacó que para las condiciones edafoclimáticas regionales, los resultados mostraron que el riego suplementario tuvo un efecto positivo sobre los cultivos analizados.
“Los rendimientos en granos se incrementaron respecto al secano y fueron más estables, demostrando la sostenibilidad en el tiempo de esta práctica”, subrayó el investigador.