La teoría del caos o “efecto mariposa”, suele resumirse sencillamente a que el aleteo de una pequeña mariposa en un lado del mundo puede provocar una tormenta en el otro.
En Argentina, esta campaña agrícola está viviendo un ejemplo al respecto, como consecuencia de un diminuto insecto de entre 3 y 5 milímetros, la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis), que ha provocado un caos en la cosecha del cereal –segundo mayor generador de dólares del país–: ya se perdieron más de siete millones de toneladas y las perspectivas indican que el volumen productivo se seguirá derrumbando.
En este marco, el Centro de Corredores y Agentes de Bolsa de Buenos Aires organizó un webinar con el experto en plagas en cultivos extensivos, Néstor Urretabizcaya.
Allí, quien es docente de Zoología Agrícola y también de Protección Vegetal en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), analizó durante más de una hora el panorama que se está viviendo con este insecto y trazó una perspectiva de lo que puede suceder efectivamente para la próxima campaña.
Chicharrita del maíz: ya imposible de controlar en la actual campaña, ¿cómo frenarla en la próxima?
Y entre otras cosas, recomendó observar con atención lo logrado con el paso de los años en relación al manejo del “Mal de Río Cuarto”, una enfermedad endémica de Argentina, también transmitida por una especie de chicharrita (Delphacodes kuscheli), pero que hoy prácticamente está erradicada, gracias al trabajo de mejoramiento genético y selección de variedades.
CHICHARRITA DEL MAÍZ: PRESENTE Y FUTURO
“Un verdadero cisne negro para el sector agroindustrial”, fue la forma que eligió el Centro de Corredores para titular esta charla y Urretabizcaya reconoció que es una campaña “absolutamente excepcional”, pero no por los rindes obtenidos, sino porque en 25 años que lleva haciendo monitoreos, nunca se encontró la dinámica poblacional que tuvo la chicharrita del maíz en esta campaña.
En este marco, hizo la primera advertencia sobre ser cuidadosos en las medidas y acciones a tomar: “Cuando aparece un problema sanitario, aparecen recetas mágicas sin previo estudio o con datos que no son contundentes. Es un año excepcional y no hay certezas de que el año próximo sea igual. Por ejemplo, aventurar a decir que la dinámica poblacional será igual dentro de un año es, al menos, deshonesto”, puntualizó el experto.
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Desde su punto de vista, un punto clave para comenzar a investigar más en profundidad a la chicharrita en la zona central del país (en el norte, donde es endémica, lo vienen haciendo hace años), es en las próximas semanas cuando ya no quede más maíz por la cosecha y se inicie el frío, para ver cómo la plaga “pasa el invierno”.
“¿A dónde van a ir a parar? No desaparecen mágicamente. Van a buscar plantas que les sean familiares: gramíneas y verdeos de invierno, avena, cebada, centeno, pasturas. En esas no van a producir daño, pero van a sobrevivir. Eso es lo que se puede decir desde la teoría. No hay estudios de que haya afectado hasta ahora a otra planta que no sea el maíz, solo usa esos otros cultivos como refugio, no se alimenta ni reproduce, pero no muere, y apenas empiece a emerger el maíz, atacará de nuevo”, explicó.
Una mala noticia adicional, en este contexto: “La adaptación de las plagas de norte a sur siempre es exitosa”, remarcó.
Cabe recordar que la chicharrita del maíz hace años está presente en el NOA y NEA, pero recién este año se trasladó más al sur de la mano de los intensos calores. Ahora, Urretabizcaya opinó que es muy probable que se adapte perfectamente a inviernos que, además, están en general siendo más benignos.
CHICHARRITA DEL MAÍZ: AJUSTAR LOS MONITOREOS
En este contexto, comenzó a formular sus primeras recomendaciones. La primera: tener cuidado a la hora de la cosecha y que no queden plantas sin levantarse, porque los maíces “guachos” son un refugio ideal para la chicharrita.
“Hay que recorrer tras la cosecha y cortar, picar, levantar, lo que sea, todo; evitar absolutamente la presencia de maíces en invierno”, subrayó.
Luego, se refirió a la importancia fundamental de los monitoreos, aunque recordó que por el diminuto tamaño del insecto, son dificultosos. Además, porque suele posicionarse en el envés de las hojas, lo que complica aún más su detección.
A su vez, repasó: “Solo están y sobrevivien en la epidermis de las hojas: no busquen chicharritas en el rastrojo, en los suelos o dentro de los tejidos vegetales”.
Peor aún es en el caso de los huevos: las chicharritas tienen una morfología que les permite oviposicionar por debajo de la epidermis, por lo que no se ven a simple vista.
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Esto es lo que hace también que cualquier aplicación de insecticidas no tenga sentido en el momento de huevos, porque no les hace contacto el principio activo, y también que una sequía eventualmente no los mata, porque están protegidos desde la etapa embrionaria por la hoja de la planta.
Pero volviendo a los monitoreos, remató: “No sirve un recuento de insectos por planta, no hay umbrales de daño económico en esto. Hay que recorrer y mirar en la base de la planta, desde la emergencia hasta las primeras cuatro hojas, y recorrer semanalmente”.
CHICHARRITA DEL MAÍZ: EL TRATAMIENTO DE SEMILLAS
Ya pensando en el próximo ciclo, Urretabizcaya puso como un aspecto esencial el tratamiento de semillas, como primer paso para intentar algún tipo de control de la plaga, debido a que la misma genera los mayores problemas en los primeros estadios de la planta, hasta V-10, y además resulta casi imposible que aplicaciones foliares tengan éxito para frenarla.
“El curasemilla debe reunir dos consideraciones importantes: la primera, que el producto sea sistémico; es decir, que cuando emerja la plántula, lleve el insecticida con la misma. La segunda, que tenga la mayor residualidad posible. En general, los mejores son los neonicotinoides”, precisó.
Y continuó: “No recomendaría piretroides para este problema, porque el blanco es muy chiquito y prácticamente sin movilidad. Esta plaga está en la parte inferior de la hoja; si el insecticida no toca a los bichitos no los mata; si pongo un producto foliar arriba, no llega”.
CHICHARRITA DEL MAÍZ: MIRANDO AL MAL DE RÍO CUARTO
Por último, la referencia al Mal de Río Cuarto que hizo Urretabizcaya fue hacia la posibilidad de que ya se puedan ir seleccionando aquellos materiales que resistieron mejor a la plaga, para su multiplicación y uso en las próximas campañas.
Como se mencionó, vale recordar que esa enfermedad es transmitida por otro tipo de chicharrita, y por eso es viable pensar que puede encontrarse alguna solución similar.
“El Mal de Río Cuarto fue durante años un problema, hasta que aparecieron materiales con resistencia y que dan seguridad, al punto que en muchas zonas ya no está más. La experiencia recogida con el Mal de Río Cuarto puede servir de base para interpretar qué puede suceder con la chicharrita”, indicó el experto.
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Desde su punto de vista, es clave con Dalbulus maidis, “conocer contra quién luchamos, su biología y morfología”, que es lo mismo que sucedió hace 30 años con el Mal de Río Cuarto.
“En base al conocimiento de la biología y tolerancia de resistencia de distintos materiales, logramos después de varias campañas una situación de tranquilidad. La evolución hacia una solución ahora debería ser más rápida, porque tenemos más estrategias agronómicas desarrolladas, mejoramiento genético, biotecnología, procesos de selección a mayor velocidad que hace 30 años; entonces deberíamos lograr respuestas más rápidas”, cerró.