La Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) encendió una importante alerta este jueves, relacionada a la preocupación que existe por los insectos plaga que se están volviendo resistentes a las tecnologías incluidas en las semillas con el fin de eliminarlos.
Concretamente, la entidad que cuenta con miles de productores asociados en el país, indicó que están creciendo los reportes de presencia y daños de Helicoverpa zea, también conocida como oruga de la espiga, en híbridos Bt con proteína Vip.
Esto está ocurriendo, según Aapresid, en toda la región maicera, y significa un claro indicio de una menor susceptibilidad de este insecto a esta toxina.
Conocido el caso ya de gusanos “cogolleros” que también han mostrado resistencia a estos maíces, la Asociación agrícola se pregunta: “¿cae el último bastión de la tecnología Bt?”
LA ORUGA DE LA ESPIGA Y SU IMPACTO EN EL MAÍZ
La oruga de la espiga es un lepidóptero con marcada preferencia por el cultivo de maíz. Las larvas causan daños directos al alimentarse de los granos del tercio superior de la espiga, e indirectos al favorecer el ingreso de patógenos y otros insectos.
En este marco, Aapresid recordó que la Tecnología Cry fue la primera baja en la lucha contra las resistencias.
“En 2010, la tecnología Bt en maíz -que permitía producir proteínas insecticidas a partir de la bacteria Bacillus thuringiensis- aparecía como herramienta clave para el control de este lepidóptero. Este evento fue decisivo para la expansión del maíz hacia regiones con alta presión de insectos y las siembras tardías, así como para reducir el uso de insecticidas tradicionales”, repasó.
En concreto, la acción sobre este insecto en maíces Bt se lograba a través de 2 proteínas, Cry y Vip, en distintas variantes (Cry1A.105, Cry2Ab y Vip3Aa).
Pero la alta presión de selección ejercida por la tecnología Bt sobre los insectos blanco –que en la pasada campaña ocupó el 90% de la superficie de maíz según relevamientos de la REM a socios de Aapresid– llevó a que en 2019 se confirmara la pérdida de efectividad de la primera de estas proteínas (Cry1A.105, Cry2Ab).
Así, Vip3Aa20 quedaba como la única proteína de acción eficaz contra esta plaga, pero ahora también parece estar en riesgo.
¿CAE EL ÚLTIMO BASTIÓN CONTRA LA ORUGA DE LA ESPIGA?
Sin embargo, según los relevamientos de la REM, en la campaña pasada el 24% de los productores de Aapresid mencionaron haber notado presencia y daño de orugas que teóricamente deberían haber sido controladas por esta tecnología.
Helicoverpa zea fue la más registrada (64% de esos casos) tanto en maíces tempranos (28%) como en tardíos (40%).
Asimismo, en 2023, la Estación Experimental Obispo Colombres (EEOC) informó cambios de susceptibilidad de H. zea a maíces Vip en el NOA a partir de ensayos en laboratorio, con al menos un 50% de supervivencia a los 14 días después de la aplicación.
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Por su parte, en la campaña en curso, el especialista Alejandro Vera (EEOC) informó a la REM que nueve de 10 mazorcas consecutivas presentaban daño de la plaga (incidencia del 90%), con severidad incluso mayor que la campaña anterior.
“Estamos en condiciones de decir que el cambio de susceptibilidad ya es una resistencia, sin ser ajenos a lo que pasa en otros países como Brasil, Canadá y Estados Unidos donde ya hay antecedentes de estas fallas de control”, comentó Vera.
En la actual campaña, estos reportes y los valores de daño se han incrementado, extendiéndose a diversas zonas del país. Si bien aún no hay resultados de estudios científicos que confirmen esta hipótesis, sugieren un alto riesgo de resistencia en el futuro inmediato.
Este panorama complicaría el manejo del cultivo, en un contexto productivo actual de por sí desafiante. Sin embargo, los especialistas hacen énfasis en la importancia de seguir las recomendaciones para prolongar la efectividad de estas tecnologías, que aún son eficaces contra otros lepidópteros, como son la siembra de refugios, el monitoreo de las mejores prácticas agronómicas.
También destacan la urgencia de estrategias proactivas de manejo de resistencia, instando a medidas decisivas y colaborativas para garantizar la sostenibilidad de los cultivos.