La chía es un cultivo nativo del centro y sur de México, El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Debido a su alto contenido del ácido graso omega-3 y los beneficios en la prevención de enfermedades cardiovasculares, aparece como una oportunidad productiva en el noroeste argentino.
Basado en este enfoque particular, un equipo de especialistas del INTA comenzó a promover el estudio del cultivo para ajustar el manejo agronómico a las características agroclimáticas de la región.
En este sentido, Martín Acreche, coordinador del equipo de Ecofisiología del INTA Salta, señaló que, debido a sus necesidades climáticas, en términos de temperatura y fotoperíodo, la chía “se presenta como una excelente alternativa de diversificación para los cultivos tradicionales” en el norte del país, como la soja, el maíz y, en el Valle de Lerma, el tabaco.
Sin embargo, a pesar de su adaptabilidad, la superficie cultivada con chía a escala nacional se mantiene relativamente baja, alcanzando aproximadamente 40.000 hectáreas en la actualidad.
“La superficie cultivada en la región ha experimentado fluctuaciones, a causa de factores climáticos -como las heladas- y debido a la variación de los precios internacionales”, indicó Acreche.
LA CHÍA, UN CULTIVO HISTÓRICO
En este sentido, el equipo de Ecofisiología del INTA Salta puso el foco en el estudio y la comprensión sobre el manejo del cultivo.
“Aunque la chía era cultivada por poblaciones precolombinas, la falta de información científica robusta ha impulsado investigaciones en torno al manejo agronómico”, indicó el especialista.
Explicó además que están realizado experimentos variando el fotoperíodo y la temperatura, determinando que la ventana óptima para la siembra en el norte del país se extiende desde la última semana de enero hasta los primeros 15 días de febrero.
Por otra parte, determinaron que la chía presenta un período crítico para el rendimiento amplio, el cual abarca desde la expansión del sexto par de hojas hasta concluida la floración.
“Una vez establecida la población inicial de plantas, es en ese período donde el productor debe prestar mayor atención al cultivo para maximizar el rendimiento”, indicó Acreche.
APROVECHAR EL MANEJO
El equipo determinó, en estudios recientes, que una densidad de 21 plantas por metro cuadrado, combinada con un espaciamiento entre surcos de 0,26 m, permite un mejor aprovechamiento de la luz, compite mejor con las malezas y potencia el rendimiento.
Por esto, la chía se presenta como una prometedora oportunidad para diversificar la producción agrícola en el NOA, ofreciendo beneficios nutricionales y económicos a la región.
El seguimiento continuo de investigaciones y avances en el manejo del cultivo por parte del equipo de ecofisiología del INTA Salta contribuirá a su desarrollo sostenible en la zona.
Por esto, estas investigaciones son fundamentales para maximizar el rendimiento y establecer prácticas de manejo adecuadas para un cultivo que tiene múltiples beneficios para la salud y se adapta perfectamente al clima estudiado.