No son buenos tiempos para la lechería argentina. En rigor, es difícil encontrar algún buen momento para este sector en los últimos años, pero sin ningún lugar a dudas el 2023 se está anotando entre los peores para los registros históricos del sector.
En los tambos, hay un cálculo simple que ilustra cuánto necesitan cobrar por litro ordeñado para que el negocio sea realmente rentable: tienen que cobrar el equivalente a un kilo de soja o dos kilos de maíz.
Con la oleaginosa cotizando en torno a $ 185.000 la tonelada en Rosario, y el cereal a $ 92.000, la ecuación es sencilla: deberían estar percibiendo alrededor de $ 180 por litro de leche.
Pero no ocurre: en septiembre, cobraron –promedio nacional– $ 118 y, según fuentes del sector industrial, por las remisiones realizadas en octubre estarán captando en los próximos días unos $ 130.
Es decir, una suba del 10% en un mes, pero que sigue siendo insuficiente para una cadena que todos los días trabaja al borde del quebranto.
La “agonía” de la lechería: el triste testimonio de un productor que mandó vaquillonas a faena
¿QUIÉN MEJORA EL PRECIO EN LA LECHERÍA?
“Nosotros desde las usinas estamos haciendo el máximo esfuerzo para mejorar el precio a los productores, porque sabemos que sin leche no hay industria. Somos los más interesados en que los tambos recompongan sus precios. Sabemos que deberían estar cobrando $ 180. ¿Pero cómo hacemos? No nos da ni para pagar los $ 130 del último mes”, señaló Pablo Villano, presidente de la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas (Apymel), a Infocampo.
Así, se da un escenario que no satisface a nadie: “Sucede algo que casi nunca pasó: hay tal desfasaje que, aunque nosotros estemos pagando por encima de nuestra capacidad, a los productores no les alcanza”, continuó Villano.
Este dirigente participó, junto al titular del Centro de la Industria Lechera (CIL), Ercole Felippa, de una reunión convocada por el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Juan José Bahillo, para buscar alguna salida ante esta crisis sin final.
En la práctica, el encuentro ofició como una suerte de presión del Gobierno hacia las industrias para que aumenten el precio al productor, argumentando que están vigentes dos medidas importantes que mejoran la ecuación de las empresas, como la eliminación de las retenciones hasta fin de año y el dólar exportador “70/30”, que es la primera vez en que la lechería puede acceder a un tipo de cambio diferencial.
“Tenemos que hacer todos el mayor esfuerzo posible para acompañar al productor lechero. El ministro de Economía, Sergio Massa, nos pidió desde el primer momento recomponer lo más rápido posible la situación del productor, y por eso los convoco a acompañarnos para lograr ese objetivo“, señaló Bahillo, según un comunicado difundido por Agricultura.
EL MERCADO INTERNO, EL GRAN PROBLEMA
Al respecto, Villano reconoció que las medidas tomadas fueron “buenas, aunque quizás no tan oportunas” y admitió también que el mercado exportador está activo, sobre todo por la demanda de Brasil.
Sin embargo, recordó que las exportaciones solo representan el 20% del mercado lácteo, y que el 80% restante, que responde al consumo interno, es donde se generan los mayores problemas.
“Los tambos están vendiendo vacas útiles y muchos evaluando el cierre”
Por un lado, porque hay muchos productos que están bajo el esquema de “precios justos”, lo que les impide a las usinas aumentarlos siguiendo la inflación. Por el otro, por un inconveniente en la parte comercial que desde Apymel le plantearon a Bahillo, pero que no parece por el momento tener una solución posible a corto plazo.
“Ante este escenario financiero complicado, hay muchas de las grandes empresas de supermercados que aprovechan y pagan con cheques a 60 o 90 días, que hay que ir y reventar en una cueva con tasas de interés abusivas. Le pedimos al Gobierno alguna posibilidad por ejemplo de que los bancos tomen esos cheques pero a tasas razonables, pero parece que es algo que a corto plazo no sería posible”, comentó Villano.
A esto se suman otros problemas que, según el titular de Apymel, enfrentan las usinas, como proveedores de insumos que los cotizan a valor “blue” o hasta piden dólar “billete”, y los salarios que siguen aumentando y ajustándose por inflación a mes vencido.
EL “DESCONTROL” EN LOS PRECIOS AL PÚBLICO
En paralelo, también cuestionó que la percepción en el consumidor es que los lácteos siguen con una fuerte espiral inflacionaria, cuando los valores cobrados por la industria no han subido tanto.
“Hay un descontrol total en el tema precios. Nunca se vio la diferencia que hay en el precio de planchada de fábrica y lo que se cobra en góndola. Hace dos meses por ejemplo, cuando sobraba leche, bajamos el precio y nunca bajó en los supermercados”, enfatizó Villano.
Como ejemplo, afirmó que históricamente sobre el precio de fábrica de un queso duro remarcaban con un 20% y hoy es un 50%, mientras que en un queso blando sobre el que remarcaban un 50%, hoy ya es un 100% en algunos casos.