El museo de maquinaria agrícola antigua de María Grande, en la provincia de Entre Ríos, es uno de los sitios históricos más sorprendentes, y donde se refleja la rica historia del campo argentino y mundial.
A pesar de no tener sede establecida y las maquinarias se encuentran distrubuidas en varios galpones de la localidad entrerriana, se trata de un lugar emblemático que fue hermanado con el Musée de la Machine Agricole et de la Ruralité en Saint Loup (Francia) que es el centro de colección agrícola más importante de Europa.
La espigadora antigua que viajó desde Argentina al museo más importante de Europa
El museo de María Grande están conformado por un grupo de productores, coleccionistas y amantes de las maquinarias antiguas, quienes permanentemente van al rescate del pasado productivo inmediato del agro, invirtiendo no solo dinero, sino también parte de su tiempo para cumplir con la misión que llevan grabada a fuego en su corazón.
Si bien muchas personas forman parte de esta pasión, no hay dudas que Angel “nincho” De Angeli es quien mueve la polea que le genera fuerza continua al proyecto que se muestra de manera estática en cada edición de la Exposición Rural de María Grande.
Hijo de Antonio De Angeli y Margarita Moinees, es un apasionado de la maquinaria agrícola. Cuando cuenta cada una de sus historias, los ojos se le llenan de brillo y la nostalgia lo invade, pensando en “cómo no supimos cuidar las fábricas de cosechadoras que hubo en la Argentina”.
“Mi padre fue el primer productor que tuvo una cosechadora automotriz nacional en la zona de María Grande en 1952. Era una Rotania que compró en la fábrica que la empresa tenía en la localidad de Sunchales, en Santa Fe”, describe con lujos y detalles el entrevistado en una nota muy cordial con Infocampo.
A modo de anecdota, cuenta además que su padre fue un excelente confeccionador de parvas de lino. “El lino se cortaba en noviembre y se cosechaba en febrero. El era una especialista en cerrar las parvas a horquilla, son recuerdos que quedan en mi mente para siempre”, cuenta emocionado De Angeli.
La compra de la primera cosechadora, surgió según cuenta, ya que en esta zona “se perdía la cosecha por falta de tecnología para recolectarla”. Por eso era imperioso contar con una trilladora que redusca los tiempos de cosecha.
LA IMPRONTA DEL MUSEO DE LA MAQUINARIA AGRÍCOLA
María Grande es un municipio del distrito María Grande 1°, perteneciente al departamento Paraná. Allí, desde hace más de 8 años, funciona un imponente museo de maquinarias de agrícolas de antaño que se exhiben en cada edición de la Sociedad Rural local.
Sin dudas, este modesto sitio, pero con tanta historia, brinda un subjetivo homenaje a la prolífica actividad agropecuaria del país, pero sobre todo de esta zona gringa y trabajadora. Muchos de los fundadores de esta clásica muestra, lamentablemnete, ya no están. Pero sin dudas, dejaron su vida soñando el éxito que actualemnete tiene este evento.
Uno de ellos fue Ramón Calazán Valdez, quien como si el destino lo llamara a su encuentro, falleció mientras recorría la muestra en el año 2022, a los 95 años. Fue una persona que aportó conocimiento y dedicación dentro del grupo de trabajo del museo y un ser humano excepcional que tuvo la experiencia de trillar con caballos y de manejar, además, las cosechadoras automotrices.
María Grande es una región agrícola- ganadera, fundada con el paso de los primeros rieles de vías en 1904. Cuenta la historia que fue un lugar alto, donde no se estancaba el agua y ahí se afincó la gente. Hoy cuenta con unos 15 mil habitantes que le dan vida a la ciudad.
“Con una hectárea no nos alcanza, por la cantidad de maquinaria que hay. Están todas restauradas y con el nombre de la máquina, año de fabricación y a quien perteneció, y hasta una descripción técnica de la misma”, expresó el entrevistado en relación al parque de máquinas existente.
Los equipos se presentan en funcionamiento y con los colores y repuestos originales, aspecto que le brinda un interés mayor al emprendimiento. “En esto no podes mentir porque los abuelos que la conocen a la perfección te lo descubre”, dice sonriendo el entrevistado.
De Ángeli cuenta que, quienes vayan de paso por María Grande, pueden ubicarlo y solicitar ver las herramientas y maquinarias, aunque todavía no tiene su sede armada. “Esta historia se muestra en cada edición de la exposición rural, por lo general en el mes de septiembre, y a veces se hacen demostraciones en eventos. Hay un grupo de personas, jóvenes y no tan jóvenes, que trabaja mucho para mantener estas reliquias”, dice el enamorado de los “fierros”.
En ese marco, dijo que la Sociedad Rural local y la Federación Agraria Argentina filial María Grande fueron los pilares fundamentales para que este proyecto se concrete.
“Productores y amantes de las maquinarias de toda la provincia y regiones aledañas donaron sus herramienta a nuestra asociación, con un correspondiente contrato que así lo establece. Por ese motivo la responsabilidad nuestra es muy grande”, explicó.
“EL PARQUE SIEMPRE SE RENUEVA”
El entrevistado, contó que todos los años la cantidad de maquinarias se renueva. Siempre aparece una donación más y así, esta maravilla que soñaron sus precursores se agranda permanentemente.
“Restauramos una maquina por año gracias al aporte de cada uno de los colaboradores. Por eso, en cada edición, le sacamos la tierra a las viejitas nuevas y logramos un éxito tras otro”, dice con mucho orgullo.
“El Parque de maquinaria es grande, con una variedad de equipos que va creciendo todos los días. El patrimonio del Mueso de María Grande es para estar orgullosos”, dijo el productor y contratista rural, quien añadió: “Siempre viene gente de todas partes de la argentina productora, incluso de varios países del mundo”.
En su mente, De Angeli tiene minuciosamente guardada la característica técnica de cada herramienta sin que se les escapen detalles.
“Esta pasión por los fierros la heredé de mi padre. No sólo fue el primero en tener una cosechadora automotriz en María Grande, también fue vendedor de Rotania en esta zona, donde logró imponer la marca de manera masiva”, recuerda.
Vale aclarar que, por pandemia, la edición de la Sociedad Rural local y la apertura del museo estuvieron suspendidas, pero se reabrió el año pasado con un éxito pocas veces visto.
“En 2022 tuvimos una gran concurrencia. La gente se volcó de lleno a la muestra ya que venía de dos años de suspensión ininterrumpida por pandemia. Este año no lo pudimos hacer pero estamos preparando una gran edición para 2024”, advirtió.
LA EMOCIÓN DE LOS ABUELOS
De Angeli cuenta que siente nostalgia cuando observa en cada edición del museo, la emoción de los abuelos al ver una nueva reliquia recuperada y acondicionada.
“Los abuelos miran las cosechadoras, los tractores, los arados y se emocionan hasta las lágrimas porque recuerdan que transcurrieron una vida junto a esas máquinas”, dice el entrevistado, añadiendo: “Ver estos equipos los rejuvenece. Comienza a hablar sobre los detalles de cada una de las maquinas y me doy cuenta que la conocen a la perfección”.
Según el productor entrerriano, darles vida a estos equipos del recuerdo -ya obsoletos- es una gran satisfacción para los miembros del grupo de restauradores.
“Cada máquina que recuperamos es una historia menos que se pierde. Escuchar las anécdotas que los abuelos cuentan, teniendo a alguna de estas máquinas como protagonistas me llena el alma de alegría y lo disfruto mucho”, aseguró.
Por último dice sentir desilusión por todas las fábricas de cosechadoras argentinas que fueron cerrando. “Toda mi vida observé cómo se vendían cosechadoras nacionales en mi provincia. Esto generaba mucha mano de obra local y hubo generaciones de familias atravesadas por estas fábricas. Hoy las veo ingresar de Brasil y se me parte el alma”, admitió el restaurador.