La producción agropecuaria está atravesando una importante transformación digital, debido a la proliferación de nuevas herramientas de software para el agro que permiten eficientizar la gestión de los procesos en el campo.
Precisamente, esa alianza entre software y agro forma parte del ADN de Magoya, una empresa que que crea herramientas tecnológicas para compañías del sector agropecuario, con el objetivo de desarrollar soluciones con un valor diferencial.
¿Cómo lo logran? A través de la incorporación de una ingeniera agrónoma, que conoce los problemas y desafíos que hay tranqueras adentro, y a la vez trabaja en conjunto con programadores para que las soluciones que se desarrollen precisamente aborden esos problemas y desafíos.
SOFTWARE PARA EL AGRO
“Nosotros llamamos ‘talento híbrido’ al equipo que conformamos dentro de Magoya, donde una ingeniera agrónoma trabaja a la par y en conjunto con los desarrolladores del software para transmitir su conocimiento sobre los actores y la dinámica del negocio. Eso nos diferencia de otras empresas que ofrecen el mismo servicio”, subraya Camila López Colmano, sobre su propio rol, como Ag Product Strategy dentro del equipo de Magoya.
Vale mencionar que López Colmano tiene una larga trayectoria profesional, de más de 20 años, trabajando en empresas del sector agropecuario. Esa fue la experiencia que llevó a Magoya desde que comenzó a trabajar allí, hace más de dos años.
“Cuando llegué a la empresa y teniendo en cuenta mi conocimiento de la cadena de distribución de insumos, lo primero en lo que trabajé fue de manera cercana con el equipo de diseñadores UX/UI y programadores, diseñando en conjunto con ellos un software y determinando la usabilidad de un desarrollo”, repasa la ejecutiva.
Básicamente, su trabajo implicaba decirles si lo que estaban avanzando sería aplicado, o no, por la empresa que luego tendría el software que estaban desarrollando. “Es decir, yo era el cliente dentro de ese equipo”, explica López Colmano sobre su primera posición como Senior Product Owner en Magoya.
Desde ese rol trabajó sobre diferentes soluciones para grandes compañías del sector, que venden agroquímicos, fertilizantes, semillas y plataformas de agricultura de precisión.
TALENTO HÍBRIDO
A partir de allí esta apuesta por el “talento híbrido” se ha ido potenciando: López Colmano no es la única profesional de agronomía en la empresa, ni tampoco la única que entiende del negocio agropecuario. Pero sí, ahora está responsabilizada, desde lo agronómico y el agronegocio, de seguir varios proyectos en simultáneo para que cada nueva solución tenga sentido práctico, de aplicación y uso.
“Esa combinación de dos mundos tan distintos, como el agro y la programación, a lo largo del tiempo nos dotó de mucha más agilidad y un mejor ajuste en la ejecución y avance de los proyectos y soluciones digitales”, prosigue López Colmano.
Y completa: “También minimizamos los errores mientras vamos avanzando un proyecto, logramos conseguir un producto que cumple mejor con las expectativas del usuario que lo demandó y, a su vez, entendemos mejor el mantenimiento evolutivo y modernización de la solución, una vez que la herramienta está efectivamente en uso”.
Bajo este panorama, considera que ese “talento híbrido” debe potenciarse hacia el futuro. “Además de ir emparejándose los conocimientos y nutriéndonos más entre agrónomos y programadores, hay que pensar que los ingenieros agrónomos con el paso del tiempo seguro empezaremos a incorporar más herremientas e información sobre el mundo de la programación“, agrega López Colmano.
Al respecto, opina que no es descabellado pensar que este “talento híbrido” puede en un futuro no muy lejano generar “agrónomos nativos en la programación de software”.