En un mundo en el que todavía existen muchas personas que miran de reojo o directamente evitan el consumo de alimentos transgénicos, que además necesitan de numerosas aprobaciones para poder llegar a comercializarse, la edición génica vino a ser un atajo muy importante.
Haciendo un “tijeretazo” de genes, pero sin incorporar de otros cultivos o especies, se pueden lograr cambios que aumenten rendimientos y calidad. Y, de nuevo, sin necesidad de contar con aprobaciones regulatorias.
Por la importancia que esto tiene en el avance global de la producción de alimentos, será uno de los temas que se abordará en el próximo Congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), que se realizará entre el 9 y el 11 de agosto.
LA EDICIÓN GÉNICA EN AAPRESID
Daniel Norero, fundador y gerente de operaciones de Neocrop Tech, será uno de los expertos que hablará al respecto.
En esta nota, adelanta los beneficios y potencialidades de la edición génica como por ejemplo generar cultivos más nutritivos, resilientes al cambio climático y amigables con el ambiente.
Para comenzar, la definición de edición génica de Neocrop Tech: “Tijeras moleculares con las que podemos cortar y sacar ciertos genes de cualquier organismo vivo, en nuestro caso plantas, para lograr expresar un rasgo ventajoso, como resistencia a una enfermedad o aumentar el contenido de algún nutriente”.
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“A diferencia de los transgénicos, los cultivos que se desarrollan con esta técnica no llevan inserto ningún gen de otra especie”, subraya Norero.
En este marco, un beneficio inmediato es el menor tiempo que se necesita para mejorar los cultivos. “Apuntamos a tiempos records de tres a cinco años, cuando un esquema tradicional de mejora requiere más de 10 años para liberar una nueva variedad al mercado. Este atributo se torna clave para afrontar una demanda de alimentos que se duplicará para 2050, y está a la vuelta de la esquina”, añade el especialista.
Como corolario, es una técnica barata, de fácil uso y de regulación más sencilla. A diferencia de los transgénicos, que requerían de una gran espalda financiera para aguantar un proceso burocrático complejo de más de 10 años y un gasto de más de U$S 100 millones para llevar un producto del laboratorio al mercado, Norero dice que con esta técnica todo se simplifica.
“Jamás antes las startups hubiésemos podido apostarle a esto”, remarca.
CASOS DE ÉXITO
Según Norero, existen varios alimentos con esta tecnología que ya están disponibles en el mercado, a nivel mundial:
- En Japón, desde 2021, se comercializa un tomate con alto contenido de un aminoácido que protege contra la hipertensión.
- En Estados Unidos se vende una ensalada de hoja de mostaza con mejor sabor.
- En Chile se desarrolló un trigo editado alto en fibra para una mejor salud digestiva, que si bien hoy aún se encuentra en fase experimental, ya se están realizando las pruebas a campo.
En el caso de Argentina, Norero destaca que ha sido pionera en Latinoamérica en lo que respecta al ámbito regulatorio.
“Argentina dio el paso con la primera regulación para cultivos editados a nivel comercial en 2015, permitiendo su rápida salida al mercado. Le siguió Chile en 2017, y desde entonces, se han sumado una veintena de países a nivel global con regulaciones propias, ocho de ellos en Latinoamérica, la región más amigable”, subraya.
Sin embargo, sostiene que se necesita una mejor articulación a nivel regional, con el objetivo de ofrecer y mostrar el potencial de la metodología. “Esto facilitaría un match entre quienes estamos desarrollando soluciones y a quienes les pueden impactar”, completa.