El sonido de los pájaros abre la puerta de una mañana tranquila en el paraje “El Crisol”. Marcelo y Daniela son los encargados de poner en función un sitio renovado, pero que no deja de atraer recuerdos para quienes lo visitan luego de 100 años de historia, transcurridos siempre con la misma paz como almacén y boliche de campo.
El lugar está situado en el extremo norte de la provincia de Buenos Aires, región donde el cultivo de soja fue ganando espacio y corriendo a los valientes trabajadores rurales, empleados ganaderos, quienes tuvieron que afrontar otros rumbos, dejando así el abandono casi expreso de las chacras.
No obstante, esta deserción no fue causa final de este lugar emblemático. El paraje está ubicado sobre un camino rural próximo a la ciudad de Salto, en el límite con el partido de Arrecifes. Se encuentra a una distancia de 200 km de la ciudad de Buenos Aires, está rodeado de varios establecimientos rurales y su camino de paso conecta las Rutas Provinciales 32 y 191.
En la actualidad no sólo los productores visitan este sitio a diario, también lo hacen ciclo turistas, trabajadores rurales que aún quedan en la zona, los amantes del turismo rural y hasta vecinos de localidades cercanas que cansados del trajín diario de la urbanidad, deciden bajar los decibeles en un lugar extremadamente placentero y donde los tragos tradicionales y la comida casera están siempre a la orden del día.
“En medio de la pandemia nos propusimos estar más tranquilos, y conociendo este lugar, decidimos venir a probar suerte junto a nuestro hijos. Debo decir que fue una experiencia hermosa de la que no nos arrepentimos”, planteó a Infocampo, Daniela Ramos, quien junto a Marcelo Torres, su esposo, hicieron un esfuerzo valiosísimo para levantar el histórico boliche de campo que había estado cerrado algunos años.
UNA HISTORIA EMPRENDEDORA
La pareja, oriundos de Arrecifes, fueron siempre gente de trabajo y esfuerzo. Ella, empleada doméstica y él especialista en “chapa y pintura” de autos, no dudaron el camino a recorrer cuando se les presentó la oportunidad.
“Este paraje estaba abandonado. Sus propietarios viven en Buenos Aires pero cuando los contactamos accedieron de inmediato a apoyar nuestra iniciativa. La dueña vine periódicamente a visitarnos, ya que tienen una casa de campo en el paraje, y se emociona al ver la cantidad de gente que concurre al boliche. Eso les recuerda muchos momentos de su infancia”, contó Daniela.
La entrevistada hizo un reconocimiento genuino para los antiguos dueños del luegar, quienes desde el primer minuto se mostraron felicen por la reapertura del tradicional lugar de encuentro rural. “Susana Tessone y Antonio Derlich (fallecido hace un año) nos dieron la posibilidad que podamos concretar el sueño de estar aca. Ellos son parte de este logro”, destacó emocionada.
UN SIGLO DE “EL CRISOL”
El paraje El Crisol tiene historia. Existen referencias que lo hacen poblado en 1630, cuando el país ni siquiera se soñaba. El entonces gobernador colonial de Buenos Aires, Pedro Dávila, entregó estas tierras al sargento mayor Marcos de Sequiera. A través de los siglos, la forma de trabajar estos campos fue a través de chacras, las cuales hoy casi no existen.
El despoblamiento se siente. “Las familias rurales van quedando marginadas por la falta de escuelas secundarias para sus hijos, centros de salud, provisión de mercaderías, algunos caminos de tierra poco cuidados, mala conectividad de internet, y lo más preocupante, hechos de inseguridad ocurridos en los últimos tiempos”, resume Bettina Cucagna, especialista en turismo rural y vecina de Salto.
Vale calarar que este lugar de encuentro tuvo una época gloriosa cuando la mayoría de los productores habitaban sus campos y los empleados rurales de varios establecimientos de la zona vivían en las estancias que rodean al paraje.
Si bien hoy esto no ocurre de manera masiva, quienes hicieron del boliche “El Crisol” un hábito en otras épocas, vuelven emocionados, con algunos años más, a revivir la historia.
“Nos sorprende la cantidad de gente que viene emocionada a revivir su infancia y a recordar anécdotas. Pero lo que más nos impacta es el agradecimiento para con nosotros porque lo reabrimos”, insiste la entrevistada, que hoy habita en la tranquilidad del campo.
“Cuando comenzamos con este sueño viajábamos todos los días hacia Arrecifes. Hoy ya estamos instalados acá, somos parte de esta historia y eso nos enorgullece”, mencionó.
Cada tarde, este boliche de campo reúne a muchas personas que tienen el propósito tomarse un tiempo de descanso, mientras realizan sus tareas cotidianas. Es verdad que existe una limitante casi exclusiva para acceder a “El Crisol”: los días de lluvia.
“El camino que nos separa de la Ruta 32 –distante a unos 10 kilómetros- está en buen estado, a pesar que se dificulta usarlo los días de lluvias. Sin embargo, el acceso que nos separa de Arrecifes es el más complicado. Vivimos reclamando su arreglo pero no tenemos respuesta de ninguno de los dos municipios, ya que esa carretera está una parte en el Partido de Salto y la otra en Arrecifes”, comentó Daniela.
LUGAR DE ENCUENTRO FAMILIAR
Todos los días, desde muy temprano, el boliche abre sus puertas para recibir a las familias. Los fines de semana, siempre la parrilla es un encanto, ya que en el lugar se pueden desgastar los mejores asados camperos.
Sin embargo, las empanadas que cocina Daniela con sus propias manos en horno de barro son el deleite de los comensales. También ofrecen picadas, pizzas y sándwiches y pastas caseras.
“Tenemos menú variado. Pero además, hay muchos amigos que se reúnen y nos llaman con anticipación para que le preparemos una cena o un almuerzo. Este es un lugar tranquilo, apacible y muy recomendado. Cada día hay más contingentes de personas que quieren pasar un día agradable en familia”, sostiene la entrevistada.
Contiguo al boliche, se encuentra el histórico Club Deportivo El Crisol. Un salón de baile que fue epicentro de grandes bailantas en los años 60, 70, y 80.
“En el salón de club también organizamos eventos. Hace dos años volvimos a reeditar los famosos bailes de fin de año y hacemos fiestas en conjunto con la Escuela Rural Nº 24 del paraje”, cuenta.
Por otra parte, dijo que tiene como desafío hacer una fiesta anual aniversario, aunque el mayor sueño es que se propusieron festejar los 100 años del boliche en 2026.
“El aniversario nos tiene expectante. Tenemos el sueño de hacer una gran fiesta en el año 2026, cuando el boliche cumpliría 100 años de historia. No obstante, sabemos que como almacén tiene mucho más años, según nos cuentan los vecinos que vivieron toda la vida en esta zona”, explica.
Para esa fecha, desean realizar un gran acontecimiento que brinde homenaje a uno de los lugares más emblemáticos de la región. “Somos felices cuando recibimos a gente grande que frecuentaba en otras épocas este lugar y se emocionan al ver el despliegue que hicimos desde que llegamos. Sinceramente tenemos muchos proyectos por continuar en esta nueva tierra que tan bien recibió a nuestra familia”, concluye.