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Quienes alquilan campo, este año no tienen renta: se la lleva el Estado

El índice de participación del Estado en la renta agrícola se ubica en 74,6%: significa que tres de cada cuatro pesos que genera una hectárea, se van en impuestos. Pero para quienes arriendan, la ecuación es mucho peor.

Soja granos
infocampo

La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) difundió este miércoles su tradicional índice de participación del Estado en la renta agrícola, que se ubicó en 74,6%: significa que $ 74,6 de cada $ 100 que genera una hectárea -lo que equivale a tres de cada cuatro pesos–  van a parar a alguna fuente de recaudación; principalmente nacional, pero también provincial y municipal.

Si bien el valor se redujo levemente respecto al 79,1% de marzo, cuando el daño de la sequía era aún más fuerte, está 13 puntos por encima de junio del año pasado.

Y el análisis de FADA sumó un dato más, muy significativo: “Si lo medimos en aquellos productores que alquilan el campo, los impuestos se llevan más del 100% de la renta”, alertó David Miazzo, Economista Jefe de FADA.

“Este efecto se da en un año donde la producción en campo alquilado ha generado pérdidas en gran parte de las regiones productivas”, añadió.

Por cultivo, la soja sigue con el perjuicio más alto, al tener que resignar el productor un 83,5% en manos del Estado. Le siguen el maíz, con 69,7%; el girasol, con 63,7%; y el trigo, con 57,9%.

IMPUESTOS Y DÓLAR

En primer término, Fiorella Savarino, investigadora de FADA, explicó que la razón de que la presión impositiva que pesa sobre el campo se haya incrementado en el último ejercicio, se debe a la estructura tributaria argentina y el efecto de la sequía.

“El impuesto con mayor participación es el derecho de exportación que, al actuar sobre el precio bruto, no reconoce caídas en la rentabilidad. Así, a medida que empeora la sequía, aumenta la participación de los impuestos sobre la renta”, resumió.

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En tanto, otro elemento que sumó la economista Nicolle Pisani Claro es el atraso cambiario. En un año, el tipo de cambio oficial se incrementó 110%, al pasar de $ 120,16 a $ 252,99; lo que significa un atraso del 1,7% en términos reales, ya que el valor debería ubicarse en $ 257 para equiparar la inflación. Ni hablar si se compara con junio de 2021, cuando el tipo de cambio equivalente al de hoy era de $ 326.

“Esto significa que el tipo de cambio se ha atrasado respecto a la inflación, incrementando los costos de producción al medirlos en dólares, un escenario malo para cualquier actividad exportadora”, reseñó Pisani Claro.

Por último, otra situación que potencia la foto actual es el efecto del cepo importador, porque encarece el precio interno de productos importados como neumáticos, repuestos y el precio de los camiones y maquinarias.

El aliciente llega por el lado de los costos: fitosanitarios y fertilizantes están relativamente más baratos que el año pasado, lo mismo que las tarifas de fletes y de contratistas como consecuencia de la menor actividad por la sequía, y eso ayuda a descomprimir el impacto de la presión tributaria.

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