“Obtener leche de la manera más eficiente posible era una cuestión de subsistencia: no había posibilidad de errar ningún tiro”, apuntó Harispe, que actualmente comanda junto a su hermano Sebastián la empresa familiar que creció a 67 hectáreas y está en plena transición desde un tambo convencional a otro robótico con ordeñe voluntario.
Los robots comenzaron a funcionar en abril pasado y el 60% del rodeo de vacas ya se ordeña con el sistema voluntario.
“La cantidad de empleados, cuando termine el proceso, va a ser la misma, pero la calidad de vida va a mejorar de manera notable, porque ya no va a ser necesario levantarse a la madrugada para ordeñar”, señaló Harispe, en el panel coordinado por el asesor Pedro Mazziotti.
La empresa, que cuenta con un sistema intensivo de base pastoril, produce más de 30.000 litros de leche por hectárea por año. “Esta tecnología nos va a permitir seguir siendo eficientes, sin perder la sencillez en el manejo”, resumió el empresario.
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MÁS TESTIMONIOS ROBÓTICOS
En tanto, Alejandro Mulcahy, otro de los integrantes del CREA Tambero Robótico, contó que arrancó incorporando seis robots y acaba de cerrar definitivamente el tambo tradicional, porque está sumando otros seis robots más para gestionar el 100% del rodeo con el sistema voluntario de ordeñe.
“El sistema voluntario de ordeñe tiene un impacto enorme en los jóvenes, quienes se sienten mucho más motivados con las condiciones de trabajo. Los fines de semana se queda una sola persona a cargo y así logramos un régimen de francos mucho más atractivo; las mejoras en el bienestar de las vacas son notables y se observan en cuestiones sanitarias y reproductivas”, enfatizó.
En similar sentido, Keysi Montechiari confesó que nunca se sintió atraída por la empresa familiar lechera y, cuando estaba a punto de terminar su carrera universitaria, comenzó a evaluar alternativas para realizar un doctorado. Sin embargo, algo la hizo cambiar de opinión: la implementación de ocho robots en el tambo.
“Sin estas tecnologías es muy probable que no me hubiese incorporado a la empresa familiar; a ningún joven le gusta estar ordeñando un sábado a la madrugada”, admitió.
Mientras su abuelo y padre estaban decidiendo la adquisición de los robots, Montechiari viajó a Países Bajos para realizar una pasantía laboral en un tambo robotizado, de manera tal de experimentar de primera mano de qué se trataba eso. “Ahí hice un click y tomé la decisión de incorporarme a la empresa familiar”, recordó.
La empresaria además dijo que el cambio de paradigma productivo está lejos de circunscribirse a los robots, porque existen muchas otras tecnologías de automatización de procesos que comenzarán a ser incorporadas a los tambos en los próximos años.
ECONOMÍA CIRCULAR
Álvaro Llorente, por su parte, relató que, luego de evaluar junto a su familia hacia dónde querían llevar a la empresa lechera familiar, encontraron en el sistema voluntario de ordeñe una alternativa para solucionar las incomodidades que les generaba el modelo de tambo convencional.
“La tecnología nos permite tener una mejor rentabilidad al mejorar muchas variables, además de aportar una solución ambiental en el marco de una economía circular”, comentó Álvaro.
En todos los casos, el tambo robotizado, además de liberar al personal de tareas operativas, posibilita realizar un seguimiento en tiempo real del comportamiento, estado y productividad de cada animal presente en el tambo más allá de cuál sea la escala del mismo.
Con esa información, la gestión y selección del rodeo lechero puede eficientizarse de manera notable para iniciar un ciclo de mejoras continuas que promueva una competitividad creciente.
“Los robots nos entregan muchos datos, pero tenemos que ver qué hacemos con esos datos para transformarlos en información y tomar decisiones. Y las decisiones las toman las personas. Los robots, en definitiva, nos desafían todos los días a aprender”, concluyó Pedro Mazziotti.