El manejo eficiente del recurso forrajero es un aspecto clave para asegurar una buena condición corporal en el rodeo vacuno, situación que cobra mayor visibilidad en ciclos con falta de precipitaciones.
Ante una reducción de esta variable, una de las primeras consecuencias en que en los campos se libera mayor hacienda y se genera un cuello de botella en la comercialización, que se refleja a su vez en una caída en las cotizaciones de la hacienda de consumo.
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En el mediano y largo plazo, si el rodeo no cuenta con base forrajera adecuada, el impacto será doble: se deberá recurrir a la suplementación con granos -que genera mayores costos- o el ganadero pondrá en riesgo la efectividad de sus vientres, con caída en las tasas de preñez.
En un estudio a campo elaborado por la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), concluyeron que un pasto forrajero podría desplazar a las leguminosas de las pasturas. Con pautas de manejo adecuadas, se puede revertir este escenario negativo y ganar en kilos de carne producidos.
☘UN PASTO FORRAJERO PODRÍA DESPLAZAR A LAS #LEGUMINOSAS DE LAS #PASTURAS
El efecto sería a través de las #raíces muertas
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RAIGRAS, ¿ALIADO O ENEMIGO DE LAS LEGUMINOSAS?
De acuerdo al trabajo, señalaron que las raíces muertas del raigrás, una gramínea nutritiva para el ganado, reducirían la permanencia del trébol blanco en los pastizales, mientras que los restos de hojas y tallos la estimularían. “Las leguminosas son fuentes de proteínas y aumentan la calidad y productividad del forraje, por eso es deseable que persistan en las praderas”, remarcaron.
En el proceso, descubrieron que los restos muertos de las raíces de raigrás infectado por un hongo que vive en simbiosis en sus tejidos —conocido como endófito— redujeron un 73% la germinación y el establecimiento de la leguminosa trébol blanco. “Este efecto se revirtió cuando quedaban restos muertos de hojas y tallos de raigrás en la superficie del suelo” explicó Alexia Minás, docente de Ecología en la FAUBA y estudiante de doctorado en la Escuela para Graduados de la FAUBA con una beca del Conicet.
“Si queremos que las leguminosas duren mucho tiempo en las pasturas, no hay que dejar que las vacas se coman todos los restos aéreos del raigrás“, sostuvo. Y agregó: “la idea es manejar equilibradamente los tiempos en los que se deja a los animales comiendo para evitar que sólo quede la broza subterránea”.
Según Minás, un porcentaje elevado de las plantas de raigrás está infectado por este endófito, y a simple vista no se las puede diferenciar de las no infectadas. “Cuando el raigrás muere, la broza aérea y la subterránea no desaparecen de un día para el otro, sino que permanecen en el sistema durante un tiempo hasta que finalmente se descomponen”, remarcó. Estas brozas pueden impactar sobre el desarrollo de otras plantas, como el caso de las leguminosas.