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A la vera del Atlántico, los pilares de una gestión ganadera 360º y “kilo a kilo”

Los secretos de Roberto Santos, un productor de General Madariaga que logró estabilizar y “engordar” su sistema mixto a fuerza de intensificación, planificación forrajera y estrategia comercial.

Organización no Gubernamental sin fines de lucro, integrada por una red de productores agropecuarios que adoptaron e impulsaron la difusión de la siembra directa

La gestión y planeamiento estratégico de la empresa ganadera son claves para mejorar la rentabilidad global de estos sistemas, que vienen sin tregua desde hace décadas.

Roberto Santos, productor de la Regional Mar del Plata de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) que le pone el pecho a una sociedad familiar agropecuaria en General Madariaga, a 10 km de la costa del mar, compartió su experiencia en el ciclo de entrevistas diario “Agenda Aapresid” de cómo es producir con eficiencia hace 15 años.

El sistema comprende unas 350 hectáreas, con parte del campo arrendado por fuera para complementar con cultivos de gruesa. Del total de la superficie, 200 hectáreas permanecen con ganadería de invernada, con alta inversión de capital en carga y en alimento para mantener alrededor de 1.000 animales.

DIETAS

La “carta” forrajera incluye raigrás, pasturas de alfalfa y festuca que complementan con silaje y grano de maíz con la mira puesta en la terminación a corral. Al verdeo lo siembran durante la primera quincena de marzo en lotes que vienen de girasol y maíz, para aprovecharlo a partir del 1º de mayo.

“En 120 días de pastoreo apuntamos a sacarle entre 6 y 7 toneladasde materia seca”, detalló. Una vez pasada esa racha, la carga es absorbida por las pasturas para una segunda instancia de recría.

La carga es de compra, y se va regulando de acuerdo con la oferta forrajera del momento. El silaje de maíz surge como un  caballo de batalla que les permite agregar valor al cereal y mantener la carga y la ganancia de peso fundamentalmente en momentos de escasez de pasto.

KILO A KILO

Se centran en novillitos recriados entre 270 y 300 kilogramos vivos, que van reponiendo kilo a kilo.

La compra más grande la hacen en la temporada de destete de la zona, entre marzo y mayo, justamente cuando los verdeos tienen una alta receptividad. El resto lo adquieren durante el año a medida que van alivianando el campo con las ventas.

En cuanto a la compra de terneros, el panorama es más complicado, dado el 20 a 30% de sobreprecio de la invernada para poder acceder a esos animales. Así y todo, le buscan la vuelta modificando plazos de pago y kilaje de los animales.

Venden todos los meses del año, “primero para financiarnos, y segundo para tener al fin del ciclo un precio promedio para asegurar una rentabilidad media promedio”, destacó.

Como los mejores precios son impredecibles, prefieren hacer la diferencia con más eficiencia: “Si el animal está terminado, dejarlo en un corral una semana más acumulando grasa implicaría kilos más costosos, y se va encareciendo el resto del novillo”.

AFINAR LOS COSTOS

Se trata de un sistema estabilizado en el cual miden la producción de carne por hectárea y la composición del costo, regida en un 70% por la alimentación.

La presupuestación forrajera les permite conocer el costo de cada kilogramo producido por cada recurso forrajero, para cada época del año. Apuntan a abaratar costos produciendo más, no gastando menos, y acumulando más materia seca para poder convertir en carne.

“Sería muy útil que cada productor de invernada conozca el costo del kg producido de carne, para saber la eficiencia de conversión y cuál es su costo. Es ahí donde reside el secreto para saber dónde estamos parados y saber a dónde apuntar los cañones”, remarcó.

GORDOS Y LIVIANOS

El campo está inscripto para Hilton y apunta a novillos para exportación entre los 130 y los 140 kilos de media Res y vaca de conserva. No obstante, caminan por la delgada línea para producir para mercado externo o interno, según como sople el viento.

Cuando la exportación afloja, venden a supermercados, ”que les va perfecto un novillo de 130 hasta 135-140 kilos”, indicó. También producen vaquillonas livianas de 330 a 340 kilos, “para tener siempre un piecito puesto en el consumo”, añadió. Explicó que barajar distintas opciones les da más flexibilidad para adaptarse mejor a las condiciones fluctuantes del mercado.

En la búsqueda de trazabilidad y diferenciación, participan también de la startup Carnes Validadas. Sin embargo, poder llegar a un volumen comercial competitivo sigue siendo un cuello de botella que esperan poder atacar a futuro mediante asociativismo.

RECURSOS HUMANOS

Si bien en su grupo trabajan sólo 3 personas, “el sistema exige presencia permanente, porque hay mucho eléctrico que mantener, cambios de parcela cada 2 o 3 días y cultivos linderos”.

Pero no siempre es fácil conseguir gente que se quiera quedar a trabajar en campo, “son tareas muy exigentes física y mentalmente”, confesó.

“Lo más complejo es la formación y permanencia de los recursos humanos, es uno de los talones de Aquiles de los sistemas intensivos”, finalizó.

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