De ola en ola. Durante la segunda quincena de octubre, se dieron un par de días de marcas térmicas, dignas de verano (entre 35° y 40°), las cuales sorprendieron al trigo durante el inicio de llenado de granos o pleno llenado. En varios zonas, decía la Bolsa de Comercio de Rosario, por entonces sobre lotes de la Región Centro, no emitieron más granos por el golpe de calor.
Si esto no hubiera sucedido, ¿los rindes del cereal hubieran sido superiores a nivel país? Díficil de saber. Lo cierto es que las condiciones se recompusieron a temperaturas normales para la primavera y el cultivo siguió su ciclo.
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Luego de eso, y con La Niña de fondo, se desbloqueaba el patrón seco y volvían las lluvias a región. Fue en el momento exacto para potenciar los rendimientos de trigo y lograr las 21,8 millones de toneladas, una producción récord.
También fueron precipitaciones muy buenas y positivas para los cultivos de verano, que recién comenzaba sus ciclo y, con ellos, las expectativas de una gran campaña.
Sin embargo, esas posibilidades se extendieron hasta mediados de diciembre cuando, poco a poco, las lluvias se cortaron y las altas temperaturas se instalaban.
Llegó el verano y las marcas térmicas siguieron aumentando. Aquí, la Niña ya no era una posibilidad. Todos los pronósticos indicaban que se instalarían a partir de enero y que abarcaría los meses de verano. Desde unos días, ya daba sus primeros indicios.
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Historic heat continues in South America…
We just observed the joint hottest day in recorded history in Uruguay 🇺🇾
A sweltering +44°C (111°F). The heat will be moving north in the coming days. pic.twitter.com/WyZijZnufY
— Scott Duncan (@ScottDuncanWX) January 15, 2022
Con el panorama configurado desde mediados del mes pasado, cuando las lluvias se cortaron casi completamente en todas las zonas, los cultivos de soja y maíz empezaron a “amarillear” y la situación de preocupación se tornó “castaña oscura” para la productores y técnicos.
Comenzó el 2022 sin lluvias a las vista. Se disolvieron los pronósticos que las indican para la primera semana de enero y, por el contrario, llegó lo peor: “la ola de calor”.
Una semana completa, la segunda del año, en que todas las regiones argentinas registraron temperaturas por encima de los 35°, a nivel promedio. El golpe final para muchos cultivos.
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Con la progresidad en el aumento de las temperaturas, falta de lluvias que posibilitaran la recarga de los perfiles y cultivos creciendo y defiendo rendimiento, la ecuación fue directa: suelos que se secaron al extremo y cultivos perdidos.
Por medio de un mapa, desde inicio de noviembre y hasta el último viernes -con las Navidad como bisagra- se puede ver cómo se agotó la disponibilidad hídrica y también la esperanza de conseguir los rendimientos con que se planificó la campaña.
Queda esperar que la tercera semana del mes, recomponga mejores condiciones.