Los economistas Jorge Vasconcelos y Guadalupe González, del Instituto de Estudios de la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) de la Fundación Mediterránea, elaboraron un extenso informe en el que abordan los problemas económicos del país, y dedican algunos párrafos a la relación soja-camionetas, como un aspecto que sirve de parámetro para entender la coyuntura.
“La paradoja del precio de la soja y la venta de pick-ups” es el título del último apartado de este reporte en el que Vasconcelos y González señalan: “La influencia de los cambios de precios relativos y la importancia de la capacidad de abastecimiento de determinadas cadenas productivas puede ser ilustrada con nitidez a través de la dinámica de ventas y patentamientos de pick-ups en el mercado argentino”.
Tomando como base datos de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara), los investigadores señalan que el año pasado se comercializaron 114.820 vehículos comerciales livianos, que en su mayoría son camionetas.
Es un 25,2% más que en 2020, pero 28,9% menos que el promedio 2012-2018: 161.400 unidades.
“El interrogante es por qué las ventas de pickups se ubicaron en 2021 tan por debajo del promedio de 2012/18, pese a que fue un año atravesado por el boom del precio de la soja y demás commodities que produce el campo argentino”, señala el documento
Poder adquisitivo
La clave está en que pese al incremento de las cotizaciones internacionales de la oleaginosa, el poder adquisitivo de los productores no ha mejorado de manera significativa, producto de que los vehículos han sido bienes industriales que tuvieron un fuerte incremento, incluso midiéndolo en dólares.
“El seguimiento de precios relativos que realiza la Revista Márgenes Agropecuarios muestra que a julio de 2021 se requerían 1.058 quintales a cambio de una camioneta, apenas 42 menos que para el promedio 2013-18. Este fenómeno estaría marcando las limitaciones de los productores para apropiarse de las mejoras de los términos de intercambio”, indica el informe.
Y agrega que eso ocurre por la presión impositiva cada vez más creciente, pero fundamentalmente porque en las condiciones de la economía argentina, los productos industriales terminan encareciéndose en dólares en ciclos como el reciente.
No hay disponibilidad
A nivel doméstico, se suma el déficit de oferta. “El punto de los precios industriales, en realidad, es reforzado por los problemas de abastecimiento que, en el caso de la Argentina, se potencian. No se trata sólo del conocido fenómeno de la falta de piezas y partes que afecta a la industria automotriz a nivel global. En el plano local, la falta de crédito externo hace que la capacidad de importar dependa exclusivamente de la dinámica de las exportaciones, por lo que los “cuellos de botella” resultantes terminan trasladándose a los precios de los productos importados y sus sustitutos”, explican Vasconcelos y González.
El resultado es que, con precios relativos (soja/camioneta) similares en el mercado interno, hay una diferencia notable en el patentamiento de “comerciales livianos” entre 2021 (114.820 unidades) y 2013 (192.770 vehículos).
“Una merma de 40% entre esos dos años pese a precios relativos comparables, suficiente para alimentar una robusta agenda de temas por resolver, tanto en la macro como en la micro, cuando se piensa en los instrumentos capaces de sacar a la economía argentina de este ‘stop and go’ cada vez más frenético”, resumen los economistas.