Fiel a su historia de trabajo, la Asociación Civil Fertilizar presentó los resultados de los ensayos realizados en un campo de 25 de Mayo, en donde se cultivaron en rotación cebada, maíz, soja y trigo apuntando a altos rendimientos.
Los trabajos en el establecimiento “El Sosiego”, comenzaron en 2016 cuando una hipótesis ganaba terreno: “Veíamos que el problema no era que el productor no fertiliza, sino que en general lo hace solamente con nitrógeno (N) y fósforo (P) de bajas dosis promedio“, explicó Andrés Grasso, asesor técnico de la entidad.
Ahí comenzó el trabajo de Fertilizar, dividiendo los lotes para establecer 4 estrategias de manejo:
* Una parcela sin fertilizar (control);
* La 2da replicando el manejo frecuente que hace el productor (N y P);
* La 3ra con una recomendación ajustada (de acuerdo a análisis de suelo + azufre);
* Una 4ta apuntando a altos rendimientos (balanceada con N, P, S y Zinc).
Resultados
En ese período, el acumulado de cosechas (sumando el resultado de todos los cultivos) fue de 18,8 tn/ha en el control; se incrementó a 24,3 tn/ha en el lote con el manejo frecuente; en el lote con aplicaciones de nutrientes a partir de un diagnóstico saltó a 29,6 tn/ha. Finalmente, en la secuencia de 6 años de cultivos se llegó a la suma de 33 tn/ha en el lote en que se hicieron aplicaciones de fertilizantes con dosis que maximizan rendimientos.
Es decir, la diferencia de rinde entre no aplicar ningún fertilizantes y realizar una nutrición de alto rendimiento fue 14,2 toneladas por hectárea.
“Lo que aporta la nutrición es casi el doble entre el control y el alto rinde. Mientras que entre el manejo frecuente (con N y P) y el de alto rinde son alrededor de 8.000 kilos de diferencia”, señalaron los especialistas. En porcentajes, la brecha de rendimientos al mejorar la oferta de nutrientes es de hasta 30% entre el manejo frecuente y el de alto rendimiento.