La Chacra Aapresid en los Valles Irrigados de Norpatagonia (VINPA) trabaja desde hace siete años en transformar los ambientes desérticos de la región en áreas fértiles y cultivables, que aportan al desarrollo productivo y económico local.
La Gerente técnica del proyecto, Ing. Magali Gutierrez contó que los productores desembarcaron en la zona con el objetivo de desarrollar sistemas productivos bajo riego con proyección de escala. “Se trata de una zona con niveles de radiación y temperatura muy beneficiosos para los cultivos, y que si bien es una zona árida, el Río Negro ofrece agua en cantidad y calidad”, explica.
Como contraparte, los suelos son deficientes: escaso desarrollo, poca MO y fertilidad, tampoco había desarrollo de tecnología ni conocimiento adaptado. La heterogeneidad y la mala infiltración eran problemas graves.
“En 1 ha puede haber entre 4 y 5 sustratos de suelo, con comportamiento y características diferentes. Hay mucho microrelieve, que hace que el agua se acumule de forma muy irregular, generando excesos en algunos puntos y faltantes en otros”, agregó Sergio González, productor integrante del proyecto.
El proyecto apuntó a desarrollar nuevos suelos, objetivo que se logró a través de varios ejes: cultivos poli específicos otoño-invernales para crear coberturas abundantes y evitar el ascenso de sales.
Otro eje fue el riego estival, sobre coberturas vivas de moha, maíz de guinea y sorgo, para hacer frente a la infiltración deficitaria, se optó por una estrategia de riego de láminas bajas y alta frecuencia. Haciendo que los cultivos vayan colonizando los suelos, el segundo objetivo fue lograr un ‘bombardeo de raíces intensas y diversas’ que aportan residuos con C y N.
“En 2 a 4 años se lograron obtener rindes rentables”, entre los resultados más relevantes se vio una reducción de la densidad aparente, lavado sales, aumento de C y de la productividad: “pasamos de suelos que toleraban 1 vaca cada 15/20 has a trigos de 8 – 10 tn, vicias de 6 tn MS, sojas de 3.5-4.5 ton y maíces de 12-15 ton”, explica Gutierrez. Para esto fueron clave las variables riego, clima, tecnología, tiempo y capital humano.
A su turno, el especialista de Conicet Luis Wall explicó la evolución de variables de biología de suelos que tuvo lugar con estos manejos. “Se vieron grandes diferencias en estos suelos respecto de los montes prístinos. El impacto del manejo sobre la biología de suelos es claro: grandes aumentos en la diversidad microbiana, lo que sorprende pues normalmente la agricultura produce el efecto contrario”, dijo.
“Otro resultado sorprendente es el mayor nivel de interacción que se da en las redes de comunidades microbianas respecto del suelo de monte”, agregó.
Detectaron grupos de hongos/bacterias que se relacionan con aumento de la MO, formación de agregados, con la mejora de la salud del suelo, todo esto asociado a rotaciones más intensas y diversas.
“Empezamos a reconocer componentes de esa caja negra que es la biología de suelos”, concluyó.