El sector forestal argentino cuenta con potencial para sumar dólares a la economía nacional y pasar de los 550 millones de dólares generados en exportaciones durante 2020 a 2.600 millones de dólares, según estimaron desde este sector. Esta cadena de valor agrupa una superficie de 1,3 millones de hectáreas de plantaciones forestales y a través de 6.000 pymes de distintas escalas genera 100.000 puestos de trabajo directos.
Claudia Peirano, directora de Desarrollo Institucional de la Asociación Forestal Argentina (AFOA), destacó que esta cifra en materia de exportaciones es posible y recordó que en 2011, este sector exportó por 1.085 millones de dólares.
En diálogo con Infocampo, la directiva reconoció que la cifra del año pasado “es poco, en relación a la capacidad instalada del sector”. La principal exportación de esta cadena de valor es de celulosa y papel y el 95% de la producción de base forestal, y las ventas al exterior tienen como base la superficie de 1,3 millones de hectáreas de bosques implantados.
Peirano explicó que durante la pandemia, tanto en el sector tanto de maderas como de papeles, hubo un fuerte incremento del consumo, sobre todo de embalajes, a raíz del auge del comercio online. Otra situación que se percibió desde el inicio de las restricciones –no solo en Argentina, sino a nivel global- es que una gran parte de la población se quedó en su casa y empezó a hacer arreglos y ampliaciones en sus hogares. Los papeles tisú, cartones para envases y cartones de consumo crecerán en promedio entre 2,6% y3 %, mientras que el consumo de papeles de impresión disminuirá en promedio 0,7%. “La celulosa y papeles para el sector de embalaje presenta tasas de crecimiento, por encima de la media”, señalaron desde el sector.
En paralelo, la demanda de madera se disparó y triplicó su valor desde marzo del año pasado. “Lo llaman el bitcoin del sector productivo a nivel internacional”, reconoció Peirano. A nivel mundial, la directora de AFOA destacó que se registra un mayor uso de madera en la construcción, a partir de una tecnología denominada CLT (Cross Laminated Timber), que permite trabajar en grandes obras y en la actualidad se emplea –entre otros usos- para la construcción en altura. Esta modalidad ya es empleada, por ejemplo, en edificios de 16 pisos.
Argentina elaboró un Plan Estratégico 2030 para la actividad forestal, que busca sumar hectáreas a la superficie implantada y agregar valor a la producción primaria. Uno de los pilares de este plan, avalado por la consultora internacional AFRY, busca crecer de las actuales 1,3 millones de hectáreas a 2 millones de hectáreas en 2030, de acuerdo al compromiso que Argentina asumió a nivel internacional. “Este crecimiento implica contar con las industrias que procesen 40 millones de metros cúbicos de madera al año”, señaló Peirano, quien enfatizó dos puntos centrales del plan de aumento del área: crecer de manera sostenible y con agregado de valor.
Para pensar en ese avance, el sector necesita una inversión cercana a los 7.000 millones de dólares, con el objetivo de instalar dos plantas de celulosa, un aserradero de primer nivel y un clúster encargado de acompañar esa infraestructura. Según la consultora internacional que lleva el tema, las zonas con más aptitud para este emprendimiento son las cuencas del norte de Corrientes y sur de Misiones y el sur de Corrientes y el norte de Entre Ríos. El plan se divide en tres fases, desde el inicio de las inversiones hasta la consolidación del sector foresto-industrial, operando en forma regular.
“Argentina cuenta con todas las posibilidades, porque pocos países en el mundo tienen nuestra capacidad de expansión y disponibilidad de mano de obra”, destacó. En esta instancia, remarcó que estas inversiones tendrían un “alto impacto en generación de empleo, con un sector que crece sin afectar huella de carbono”.
El informe de AFRY enfatizó el potencial argentino para ser un jugador de peso en el mercado global de productos forestales, con logística, salidas a puertos, recursos humanos e infraestructura básica que permitirían consolidar –en el mediano y largo plazo- las condiciones para salir con fuerza a los mercados externos. Este flujo de inversiones permitiría que las ventas externas generen 2.600 millones de dólares en los próximos 10 años, cifra que situaría a esta cadena de valor a la altura de complejos exportadores como trigo y carne.
El resto de los ejemplos en América Latina permiten inferir que este camino es posible. En Uruguay, cuentan con una superficie implantada de 1 millón de hectáreas, que les permite generar divisas por un monto cercano a los 2.000 millones de dólares. Chile, con 2 millones de hectáreas, genera 6.000 millones de dólares por año y es una de las potencias mundiales en el rubro.
Un párrafo aparte merece Brasil, que en los últimos 15 años desembolsó 20.000 millones de dólares en plantas de celulosa y despejó el camino para transformarse en el primer productor mundial de este producto. El vecino país cuenta con 6 millones de hectáreas implantadas, área que supera a la superficie conjunta de Argentina, Chile y Uruguay y que se logró en base a una planificación de largo plazo.